Resumen DE LA MICROFÍSICA DEL PODER A LA GUBERNAMENTALIDAD NEOLIBERAL NOTA SOBRE LA ACTUALIDAD FILOSÓFICO-POLÍTICA DE MICHEL FOUCAULT por Francisco Vázquez García

DE LA MICROFÍSICA DEL PODER A LA GUBERNAMENTALIDAD NEOLIBERAL NOTA SOBRE LA ACTUALIDAD FILOSÓFICO-POLÍTICA DE MICHEL FOUCAULT por  Francisco Vázquez García

Entre el modelo de la guerra y el modelo del gobierno. El concepto de  gubernamentalidad es un producto tardío en la obra de Foucault. En principio, propuso una analítica del poder desarrollada con el objetivo de cuestionar tanto los modelos jurídicos, propios del liberalismo, como los modelos económicos de pensamiento político, de tradición marxista. Ambas herencias, tendían a entender el poder como una acción originada en el Estado y sus aparatos, concebida de acuerdo a modelos del derecho, i.e., el poder como un sistema de prohibiciones y de legitimidad del poder; o de la reproducción material de los modos de producción, i.e., el poder como superestructura política, reflejo de las relaciones de producción y lucha de clases. Considerada por Foucault como relación y no cualidad con capacidad de posesión y delegación, el poder no se encuentra centralizado en ningún lugar concreto. Se trata de una red de conexiones y relaciones que surca todo el cuerpo social denominado la microfísica del poder. Las tradiciones marxistas y liberales, además del psicoanálisis en sus versiones pre y postlacaniana, explicaban la lógica del poder en términos funcionalmente negativos: como censura, imposición o exclusión, i.e., como hipótesis represiva. Este ejercicio foucaltiano del poder, en cambio, maniobra organizando dominios de saber, objetivando a los sujetos, i.e., el resultado de una acción política sobre los cuerpos, esculpiendo subjetividades. A esta segunda acepción, Foucault la denomina hipótesis productiva. De acuerdo a esto, Foucault sustituye el modelo bélico por un modelo del gobierno. Se trata de lo que Foucault denominará como mecanismos de regulación y biopolítica. El ejercicio de la soberanía, v.g., la detentada por el rey en las monarquías absolutas y por la ciudadanía en las democracias liberales, responde a una lógica negativa y deductiva actuando con el instrumento de la ley. En cambio, las prácticas disciplinarias, se rigen por una lógica productiva, v.g., fabricación de sujetos dóciles y útiles, actuando sobre los cuerpos individuales a partir de un estándar de normalidad. Se trata de tecnologías políticas que buscan regular  los grandes procesos biológicos que afectan a una población en su conjunto. El gobierno, en oposición a la dominación, no procura anular la decisión de los gobernados, i.e., su práctica de la libertad.
Además del concepto de gobierno como conducción de las conductas, Foucault considera un significado más restringido: la gubernamentalidad. Éste es un sistema de pensamiento acerca de la naturaleza y práctica del gobierno dentro de coordenadas históricas precisas.
¿Qué se hace con el Estado? La genealogía del poder como método, no pretende dejar a un lado la consideración del Estado y de sus funciones. La noción de biopoder, presentada con toda su amplitud en La Voluntad de Saber, sí introduce las relaciones de poder dirigidas hacia lo micro social. Esto permite comprender el acople entre un poder estatal y autoritario y las pequeñas disciplinas difundidas en los intersticios sociales. La diferencia, pues, entre el nivel macro estatal y el micro, es de orden tecnológico, no ontológico. Se trata de establecer una llave que combine las decisiones de la administración estatal y la acción autónoma y autogobernada del mercado, la población,  la sociedad civil y los individuos mismos.
Gobierno de los otros y Gobierno de uno mismo. El segundo asunto atañe a la relación establecida entre las tecnologías de gobierno y las tecnologías del yo. Se origina una inclinación desde las técnicas heteroformativas a las técnicas autoformativas, i.e., del gobierno a la libertad. Se engendra una combinación entre las prácticas individuales propias de un sujeto de acción moral y las estrategias generales por las cuales las autoridades operan la propia conducta. El poder no sólo se opera a través de la sujeción, i.e, mediante la objetivación individualizada de los seres humanos; además, se ratifica en la subjetivación, por su capacidad de autoconstituirse como sujetos. Por lo tanto, las prácticas de libertad o técnicas del yo, suplantan a las estrategias de gobierno.
Liberalismo y Gubernamentalidad. El liberalismo no se presenta como una ideología sino como una actitud, un ethos crítico consistente en una aprensión del poder ejercido por el Estado. Su influencia no es la geometría territorial sino el espacio establecido por los procesos biológicos que conforman la población, los procesos económicos que conforman la producción y el mercado, además de los procesos culturales y civilizatorios que componen la sociedad civil. El Estado debe adoptar decisiones que faculten a la economía, la población y la sociedad civil a autogobernarse, a partir de su propia legalidad interna. El nivel de intervención estatal no respeta un esquema fijo, depende de los riesgos supuestos en la autorregulación de los procesos afectados. Entonces, el liberalismo clásico comienza a ser reemplazado por otra variedad de gobierno liberal: la gubernamentalidad social. Cuando la caridad y las ciencias sociales detectaron la incapacidad de las intervenciones negativas, i.e., la expansión del pauperismo, la degradación de la salud, el hacinamiento urbano, el aumento de los conflictos derivados de esas políticas, se avaló la autorregulación eficaz de los procesos colectivos. Si se deseaba salvaguardar la soberanía de las leyes del mercado, de la población, de la familia, de la sociedad civil, era necesario ampliar el margen y los métodos de la actuación estatal.
Entre la flexibilidad y el despotismo. Este acoplamiento entre soberanía y disciplina explica la existencia de mecanismos de actuación estatal no liberales en el seno mismo del liberalismo. Hay una contradicción análoga ante decisiones de coordinar las exigencias de la soberanía democrática con las exigencias de las regulaciones biopolíticas. En las formas de gubernamentalidad liberal, la mejoría y mantenimiento de los procesos biológicos, que regulan a las poblaciones, pueden generar tiempos de suspensión en el ejercicio de la soberanía democrática, v.g., las políticas antiterroristas actuales a escala internacional recortando los derechos civiles de los ciudadanos. La presencia de elementos no liberales en el interior de tipos de gubernamentalidad liberal, responde a la necesidad de articular el poder de soberanía y las formas disciplinarias y reguladoras de biopoder.
Poder y Neoliberalismo. En este acápite se desarrolla las formas neoliberales o liberales avanzadas de gubernamentalidad. La génesis de esta variante se remonta a mediados del siglo XX, junto a las primeras problematizaciones y críticas del gobierno social y la abierta oposición al régimen más extendido desde la segunda guerra mundial como ser el Welfarismo. Se cuestionaba la rigidez y homogeneidad de la burocracia del Welfarismo, limitando y hasta anulando las potencialidades expresivas del yo. Dentro de estas críticas y denuncias, se encontraba la  injerencia autoritaria de sus expertos, v.g., trabajadores sociales, médicos, psiquiatras… en el control moral de las vidas individuales.
La gubernamentalidad del liberalismo avanzado, pues, emerge en un contexto histórico, social y económico muy diferente al del liberalismo clásico.  El liberalismo clásico litigaba las formas y acciones del aparato coercitivo del Estado. En cambio, la gubernamentalidad cuestiona las formas del Welfarismo, paradójicamente una modalidad del gobierno liberal, respondiendo además a un planteamiento muy distinto. El liberalismo clásico tiene una aptitud naturalista. El mercado autorregulado, la población y la sociedad civil autónomas, el homo oeconomicus, eran entornos y construcciones cuasinaturales encontrándose violentadas por el reglamentarismo del Estado de policía. La gubernamentalidad liberal avanzada, en cambio y en armonía con sus objetivos, aspira a sustituir la tecnología de gestión de riesgos localizada en los vínculos colectivos, v.g., procedimiento de los seguros sociales o los métodos eugenésicos, por estrategias de autorregulación. La autonomía de los gobernados, i.e., individuos, familias, empresas, agencias estatales, asociaciones civiles… se transforman en el instrumento y en el objetivo del gobierno. La sociedad no desaparece, tampoco se genera un agotamiento de lo social sino una conversión en el gobierno de lo social.  Una nueva arquitectura social, estimulada por la autogestión y autonomía de los individuos, los grupos, las asociaciones, los movimientos.

El ethos empresarial y el modelo del mercado. La empresa se transforma en modelo de racionalidad para estructurar la propia vida. Este ethos de la empresa, demanda tallar la actuación individual y las organizaciones que prestan servicios, v.g., sanitarios, educativos, tercera edad, vivienda… combinando e imponiendo valores de ganancia, calidad, iniciativa, competitividad, flexibilidad… Crear mercados prefabricados, es el medio principal para imponer esta cultura de empresa e impulsar el modelo self made. Lejos está el interés de privatizar las instituciones públicas sino de optimizarlas haciéndolas funcionar en la lógica del mercado. El servicio ofrecido no se somete a la autoridad paternalista y profesional del experto que lo tramita; está enfocado a la satisfacción del cliente. Este tipo de gobierno, bajo la impronta de los mercados, desarticula y  desdibuja las fronteras clásicas entre lo público y lo privado. Las agencias y organizaciones que coadyuvan en estos mercados no se los pueden ubicar y/o confinar en uno u otra demarcación. El Estado ya no procede sobre los procesos sino sobre los mecanismos que los gobiernan, i.e., sobre los mercados artificialmente construidos, legitimando su ejercicio.

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