Eñ ejercicio directo y continuado del poder político en los antiguos vs representación en los modernos.

Se percibe un antagonismo entre la democracia directa de los Antiguos, y la democracia representativa de los Modernos. Se concibe la separación entre éstas dos proyectos al determinar que en Grecia antigua, la idea de representación es inédita, en cambio entre los modernos es la base de sus sistemas políticos.
En el sistema ateniense existe una participación principal del cuerpo político y contaban con leyes que intentaban favorecer dicha participación política. En el ámbito moderno se evidencia una renuncia de la categoría pública delegándola a los especialistas, a los políticos profesionales.
En el mundo antiguo, no hay Estado como aparato o recurso separado del colectivo político. El poder, es ejercido por la misma colectividad. En el mundo moderno, en cambio, existe un Estado centralizado, burocrático, poderoso y dotado de una tendencia inmanente a subyugar todo en él.
Entre los antiguos no estaba presente la concepción de que todas las personas fueran iguales ante la ley, y que gozaran del mismo derecho a participar en la elección de sus gobernantes. No todos tenían la condición de ciudadanos. Era ineludible haber nacido dentro de un estrato determinado de la sociedad, o haber acumulado riquezas individuales, para tener acceso a la participación política. En las polis griegas, no había ninguna dificultad para distinguir entre representación y participación, pues la asamblea incluía a todas las personas con calidad de ciudadano. No se celebraran elecciones para nombrar cargos públicos sino sorteos: todos los ciudadanos eran iguales y no había razón alguna para distinguir a nadie con el voto mayoritario. De modo que en esas ciudades tampoco había conflictos entre mayorías y minorías, pues las decisiones se tomaban por consenso. La representación y la participación aparecían, así, fusionadas en una sola asamblea: todos los ciudadanos se representaban a sí mismos y todos estaban obligados a la participación colectiva.
Las dimensiones de las Polis hacían viable esta forma de democracia directa. Las decisiones estaban en manos de una minoría notable. De esta forma, la democracia moderna, i.e., la participación efectiva de todos los habitantes de la ciudad, sea considerada por los filósofos griegos como una forma perversa de gobernar.
La representación moderna generó una gran transformación, pues además que el concepto de soberanía se trasladase hacia la voluntad popular, los gobernantes y los estamentos dejaron de representarse a sí mismos para comenzar a representar los intereses mucho más amplios de una nación. Es en este concepto donde comienza a esbozarse la separación y la coexistencia entre las ideas de representación política y participación ciudadana. Si para las antiguas ciudades griegas participar y representarse eran la misma cuestión; para los modernos la idea de la representación está ligada al gobierno: nuestros representantes son los gobernantes.

Bibliografía

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