La política en los modernos

En la modernidad surge un nuevo modelo de análisis político, con una nueva antropología política, a partir de la cual la relación entre el individuo y la ley se determina a partir de la concepción sobre el  Estado.  Para los griegos atenienses, el démos se identifica con el poder político; mientras que para los modernos, el Estado es una existencia que está allí, más allá de nosotros mismos, i.e, un poder que es por completo ajeno a los individuos.
De este manera, en esta nueva relación moderna entre el individuo y el Estado la ley estará pensada en términos de exterioridad, v.g., en el Leviatán de Hobbes de 1651 o en cláusulas de expresividad, v.g., en el Contrato social de Rousseau de1762. Esto representa que la ley restringe el libre subjetivo en Hobbes, o, en cambio, la ley expresa la autonomía de la voluntad en Rousseau.
En la primera descripción, el ciudadano asoma como súbdito. Esto es, la concepción de un Estado que concede todo el poder de cada uno de los individuos libres e iguales a un hombre o a una asamblea de hombres. De esta manera se  reducen las voluntades individuales a una sola voluntad, sometiendo esas voluntades a la voluntad de un soberano. Cuando el pacto es suscripto, los hombres no pueden ser liberados de su sumisión, ya que el soberano representa su voluntad. El súbdito actúa a través de sus actos y juicios, por lo que, en virtud de la institución de un Estado, todo particular es autor de todo cuanto hace el soberano. El soberano administra, legisla y juzga en vistas a la paz y la defensa de sus súbditos. El poder soberano reina sobre los súbditos (Hobbes, 1982: 248-275).
En la segunda descripción, el ciudadano se presenta al mismo tiempo como  súbdito  y como  soberano. El Estado político moderno es un espacio donde los hombres pierden su libertad natural para alcanzar su libertad moral o política. A diferencia de la polis griega, este

Estado político moderno es una institución artificial creada para superar las desigualdades que se forman en la sociedad civil. No es un espacio donde los hombres tienen que enajenar su libertad para convertirse en súbditos, como en la primera descripción, sino un cuerpo moral y colectivo donde los hombres ponen en común su voluntad individual y todo su poder bajo la dirección de una voluntad general (Rousseau, 2011:44-47). Al consentir el contrato social, cada individuo se compromete como miembro del soberano, pues participa en la formación de la voluntad general, y como súbdito, ya que debe respetar la ley (Rousseau, 2011: 47-50).

Fuentes:
Hobbes, Thomas (1982): Leviatán. Bogotá: Editorial Skla, Segunda Parte, Caps. XVII y XVIII.
Rousseau, Juan Jacobo (2011): Del Contrato Social o Principios del Derecho Político. Universidad de Córdoba; Cap. VI y VII.

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