“The Time is out of joint” El tiempo está fuera de quicio...

“The Time is out of joint” El tiempo está fuera de quicio...


Por Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
rodriguezgaley@gmail.com

Las palabras de Shakespeare, colocadas en boca de Hamlet El tiempo está fuera de quicio. ¡Oh suerte maldita / que ha querido que yo nazca para recomponerlo son consideradas por Derrida en Espectros de Marx. En este caso, el espectro es un fantasma supuestamente de pasado, que alguna vez fue presente. En el principio de El Manifiesto Comunista de Marx, declara un espectro asedia Europa: el espec¬tro del comunismo. Ante la caída de la Unión Soviética, una de las representaciones del espectro comunista, y el triunfo de la ideología neoliberal, con su democracia y libre mercado, Derrida rescata la lectura del texto de Marx. Lo vincula a Shakespeare. La conexión de Marx con Shakespeare, a través de Valéry, en el discurso de Hamlet, resulta acertada. El tiempo esta desquiciado es una cuestión de espectros. Fantasmas que al querer encarnarse, ironizan como muertos vivientes que sobreviven sustrayendo la sangre a los vivos. La mercancía se transfigura en fantasma cuando el productor ya no se halla reflejado en ella. El asalariado, se ena¬jena. La vigencia de esta realidad, impone desconfiar de los mesianismos. Ponerse en vigilia con respecto a esa preferencia a dilapidar el pre¬sente en aras de un futuro ilusoriamente prometedor. El sacrificio del presente por alcanzar la tierra prometi¬da, la vida eterna, el progreso, la sociedad sin clases, una cura milagrosa. Marx si¬gue siendo el espectro que intima a los engañadores presentes.
El avance de las tecnologías y las comunicaciones despliega actualmente la superficie de una realidad espectral. La ciencia esboza que con estas nuevas tecnologías se alejan estos fantasmas, por el contrario habilitan espacios a experiencias donde la imagen no es ni visible ni invisible, ni perceptible ni imperceptible. Esta novedad dentro del espacio público vía nuevas tecnologías multimediales está conformada conformadas por artefactos que producen espectros. Hoy hay muy pocas sociedad, que se pueda percibir, sin comprender el estado espectral de los medios y su correspondencia con muertos, victimas, desaparecidos que conforman nuestro imaginario social. Ningún análisis político ni social escapa a esta determinación de las desapariciones. La aurora hacia el futuro y hacia el otro, conjetura esa correlación con los desaparecidos vía angustias y fantasmas de una cultura.
Esta especulación del suceso espectral aporta la necesidad de ajuste de la percepción a la manera propia del acoso en la actualidad, es decir a la proporción que alcanza lo fantasmal en el presente. Esta argumentación de lo espectral supera la lógica binaria, la dualidad realidad e idea del pensamiento platónico. El fantasma habitaría en medio, retozando entre los dos, la vida y la muerte, la efectividad y la inefectividad, lo presente y lo ausente, lo actual y lo inactual. Derrida manifiesta que el corolario de la espectralidad desorganiza este sistema de oposiciones y nos faculta pensar lo que no es. El espectro siempre es un otro por aparecer. Derrida alega que el arribo de lo otro entraña la exigencia de escucharlo, de entregarnos a su voz. Esto presume la necesidad de un proyecto político apartado de todo dualismo.
Entonces se acordaría en concebir un nuevo arquetipo de temporalidad y también una nueva constitución de historicidad. Pensar la temporalidad de lo espectral. El espectro es continuamente un aparecido. Memoria presente de un pasado pero constantemente por venir en el futuro. Considerar el espectro como una promisión. Pensar una nueva historicidad, no sustentados por proyectos teleológicos o mesiánicos, sino con el estreno de un espacio que condescienda el acceso a un pensamiento afirmativo de la promesa mesiánica y emancipatoria como promesa.  Todo lo espectral permanecería por venir. Éste es el proyecto derridiano.     


Derrida, Jacques, Espectros de Marx. El Estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional, trad. José M. Alarcón y Cristina de Peretti, Madrid, Trotta, 1995, cap. 2 y 4, pp. 63-89 y 111-141

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