Richard Rorty y la ruptura pragmática de la epistemología
Richard Rorty y la ruptura pragmática de la epistemología
por Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
rodriguezgaley@gmail.com
1. Introducción
El objetivo del presente trabajo es presentar las ideas
principales de la filosofía de Rorty. En el posicionamiento de sus escritos
asume una filosofía pragmática. Esto supone asumir que los entes y
acontecimientos valen, son verdaderos, no en sí mismos sino por las
consecuencias prácticas, contingentes y útiles que ellas ofrecen para lo que el
sujeto o la sociedad desea obtener. Rorty ve un mundo compuesto por cosas
útiles o inútiles, donde el ser de las cosas queda reducido por la capacidad de
la negociación. Las cosas no son primero y luego se convierten en utilidades;
por el contrario, el ser desaparece ante la utilidad práctica, contingente,
para solucionar problemas. El ser de un acontecimiento o persona se halla en
las consecuencias útiles que se derivan de los actos.
2. Pragmatismo, conocimiento y verdad
Nos preguntamos si sirve la filosofía para buscar y
encontrar el conocimiento sobre el mundo y la realidad. En un comienzo
precisaremos sobre qué entenderemos por filosofía de la ciencia, proponiendo un
esbozo sobre la pragmaticidad del conocimiento y su provecho para representar
las formas de vida, no sólo de orden gnoseológico sino además cotidiano.
La función de la filosofía puede ser concebida como la
búsqueda de fundamentos y la ciencia es la institución facultada en proteger y
producir conocimiento sobre el mundo y la realidad. Si dicho conocimiento debe
ser vital para la convivencia y el residir del ser humano, entonces la
filosofía de la ciencia devendrá en el modo de afrontar las esencias, ocuparse
del mundo, además de nuestros relatos del mismo, asimismo como la comisionada
de la verificación pragmática de las mismas. De este modo Richard Rorty avala la
historicidad del lenguaje. El lenguaje y la cultura europea no son más que una
contingencia, según Rorty, consecuencia
de miles de pequeñas mutaciones (Rorty, 1989: 36). Europa fue extraviando poco
a poco el hábito de utilizar ciertas palabras y adoptó la costumbre de emplear
otras; decidiendo, por ejemplo, no
subscribir el lenguaje de la poesía romántica, ni el de la política socialista,
ni el de la mecánica galileana (Rorty, 1989:26).
De aquí se desprende lo irrelevante de la tarea de verificar
el conocimiento, es decir de catalogar al conocimiento como verdadero o falso,
como racional o irracional. En la medida que conocemos la realidad actuamos
sobre el mundo; viviendo en la cotidiana realidad lexicalizada.
Conocer algún aspecto del mundo, verbalizarlo, obliga a
actuar en él y sobre él, y, al mismo tiempo de adaptarlo, transformarlo, darle
forma. El conocimiento racional encuentra su utilidad en la puesta en escena de
mundos posibles. Deseos humanos plasmados y materializándose en la realidad de
la vida cotidiana. En consecuencia, el conocimiento así como el sentido de
verdad es interés del encuentro humano en el tiempo y en el espacio. Las proposiciones,
teorías, enunciados, saberes, más que verdaderas son consideradas en su provecho
y utilidad presente. El conocimiento es una serie de defensas sobre la acción
individual en comunidad que se ajusta mejor con los propósitos aspirados por
los seres humanos actuantes en determinado tiempo. El conocimiento en sí mismo
es una contingencia histórica que es y, sin embargo pudo no ser (Rorty, 1989:
206)
El planteo principal es que los motivos y juicios del
conocimiento están en constante e inflexible examen según los resultados que
asumen sobre el actuar cotidiano de la humanidad. Estos resultados condicionados
en satisfacer las exigencias del individuo y su comunidad son las responsables
en organizar todo saber sobre el mundo, a saber que es verdadero y que es
falso. El tema radica en la funcionalidad del conocimiento en sí, de su
utilidad para la vida por los individuos y de su comunidad. Ésta beneficio aprueba
qué principios y conocimientos se quieren seguir es decir una teoría momentánea
(Rorty, 1989:34).
El conocimiento no requiere ser aceptado o fundamentado por referencias
a creencias previas sobre la esencia de la realidad y su correspondencia con el
mundo en sí, sino éstas son representaciones posteriores a partir del resultado
de las acciones exitosas y convenientes en el contexto de una comunidad
concreta y situada. El conocimiento es más adaptación que representación y
concomitancia, pues se fundamenta en el descubrimiento de la realidad en sí
sino en la forma de enfrentársele, adquiriendo prácticas útiles y funcionales. No
es ningún estatuto ontológico lo que puede decidir sobre la superioridad de un conocimiento
sobre otro, sino la vida cotidiana y el tiempo (Rorty, 1989: 67ss)
3. El giro neo-pragmático
Ya no son útiles conocimientos verdaderos, legitimados por
su mejor posicionamiento con respecto a una reciprocidad sobre la naturaleza
humana, pues su prioridad para nosotros es ya su justificación. La función de
la filosofía frente a las problemáticas contemporáneas, y específicamente
frente a la exigencia de descripción de situaciones reales de la vida
cotidiana, nos impele a determinar las particularidades propias de la
contingencia del conocimiento mismo. La principal aportación del discurso de
Richard Rorty es la noción que no es labor de la filosofía triunfar como perspectiva
privilegiada del saber. La idea que es la empresa filosófica la encomendada de consagrar
o desacreditar al conocimiento es una concepción que debe ser impugnada. El
conocimiento es una construcción histórica y contingente, y su validez es
cuestión de tiempo y funcionalidad critica. El cambio en la filosofía confluye
en el neo-pragmatismo que Rorty, difundiendo y desarrollando la idea de una
nueva filosofía definida por su alejamiento a las escuelas filosóficas de la
vieja Europa como la resistencia tanto de la metafísica como del positivismo y
la verdad objetiva. Ello significó la renuncia a antiguas categorías de
análisis y a priori metafísicos como inicio
del pensamiento filosófico, así como conceptos estándares de la filosofía
clásica y moderna tales como conciencia, ser, sujeto trascendental, espíritu,
etc.
3.a. Continuidad y discontinuidad
Rorty considera la Historia de la Filosofía como la sucesión
de tres paradigmas: Metafísica, Teoría del Conocimiento y Filosofía del
Lenguaje. Cada paradigma tuvo su objeto de estudio: las ideas, las cosas y la
palabra, respectivamente. Rorty no piensa que esta secuencia brinde tres veredictos
contrarios sobre lo que es principal o fundamental. Esta discontinuidad expresa
que las deliberaciones filosóficas no se zanjan a través de respuestas
correctas, sino que se las hace a un lado, una vez que han perdido su valor. Esto
es válido en cuento a la objetividad del conocimiento (racionalismo, empirismo,
Kant). La objetividad queda garantizada cuando el sujeto se refiere de manera
correcta a su objeto, es decir controla la subjetividad de sus representaciones
sobre la base del mundo objetivo (Rorty, 1995: 241-242)
3.b. Los supuestos de la filosofía moderna
Rorty, en La Filosofía
y el espejo de la naturaleza denuncia los supuestos racionalistas de la
teoría del conocimiento cuyo eje va desde Descartes a Kant (Rorty: 1995).
En la relación sujeto-objeto, la idea principal de esa
tradición es el concepto de autoconciencia metodológica, donde el sujeto no
apunta directamente a los objetos, sino que se dirige, reflexivamente, a sus
propias representaciones (Kant) o a sus propias vivencias (Husserl), encontrando
un ámbito predilecto del conocimiento y de la verdad. Se origina así una
disgregación entre lo externo y lo interno, un dualismo mente-cuerpo, predominando
la autoridad epistémica del yo. El análisis lingüístico de Rorty manifiesta que
dicha construcción del Yo pienso se sustenta
de tres supuestos fundamentales que conforman el paradigma clásico de la Teoría
del conocimiento: el mito de lo dado, conocemos todos nuestros estados
mentales; el mito de las estructuras y procesos cognitivos o mito Descartes, que
el conocer se produce esencialmente bajo el modo de representación de objetos y
que la verdad de los juicios se apoyan en evidencias que garantizan la certeza
o la verdad.
De acuerdo a la elucidación de Rorty, no hay experiencias sin interpretación. No hay
experiencias que sean sólo comprensibles sólo privadamente. Por tanto, toda experiencia
tiene que estar vinculada al enjuiciamiento público o a la corrección. Además,
Rorty suscribe que el conocimiento de objetos no es un patrón competente para
el saber, sino que el conocimiento de cosas debe estar modulado en proposiciones.
Para radicalizar el giro lingüístico, Rorty expone las
nuevas posibilidades que se abren a la filosofía del lenguaje, cuando ésta se inhibe
de reproducir a la filosofía humeana y kantiana. El enfoque semántico de la
Filosofía del Lenguaje transforma la relación sujeto-objeto en la relación
oración-hecho (sentido-referencia), de modo que las respuestas semánticas
permanecen prisioneras de las problemáticas mentalistas (Rorty, 1995: 229)
Rorty, en sustitución de la relación sujeto representador / objeto representado
propone la expresión simbólica que establece un estado de cosas para una
comunidad de interpretación. Es decir, tres elementos: los objetos, el lenguaje
y la comunidad de interpretación. El mundo objetivo ya deja de ser
representado, deja de ser referencia objetiva convirtiéndose en una referencia común de un proceso de
entendimiento entre miembros de una comunidad de comunicación. Por lo tanto, se
supera el modelo semántico (correspondencia oraciones-hechos) y se postula el
giro lingüístico mediante la sustitución del modelo epistemológico del mentalismo
(modelo del espejo de la naturaleza): el giro pragmático.
3.c. Lenguaje-comunicación
El modelo epistemológico de la comunicación concede advertir que
no hay ningún acceso inmediato a objetos que sean independientes de la
pragmática lingüística, es decir, de nuestras prácticas de entendimiento común
y del contexto lingüísticamente constituido de nuestro mundo de la vida (Rorty,
1995: 162) Para Rorty, estar en contacto con la realidad se transforma en
contacto con una comunidad de
entendimiento. Es por ello se esfuma el concepto de intuición (sensible,
intelectual, eidética) como patrón del conocimiento y de la verdad, además del
modelo del conocimiento y de la verdad como correspondencia entre el objeto
representado y la representación en el yo o conciencia.
El giro pragmático consiste en que la potestad epistémica de
la primera persona del singular que examina, se trasplanta a la primera persona
del plural, a la comunidad de un nosotros de comunicación dónde cada uno
justifica sus propias ideas. Ésta comunidad es precisa expresarla en notación
empirista, pues para Rorty conocimiento y verdad es aquello que es aceptado racionalmente
según juicios de dicho colectivo.
4. La cuestión de la justificación de la verdad
La realidad se facilita en el lenguaje, en los enunciados,
en las proposiciones. Por fuera del circuito del lenguaje no hay nada. Lenguaje
y realidad son indisolubles. No podemos diferenciar lo que de realmente hace
verdadero a un enunciado, de las reglas semánticas que establecen las condiciones
de verdad del mismo. El primer concepto de verdad de un enunciado debe
entenderse como el de coherencia con otros enunciados o como afirmabilidad justificada dentro
de un sistema articulado de aseveraciones (Rorty, 1995)
4.a. Crítica a la continuidad y discontinuidad
Desde el punto de vista lingüístico, la subjetividad de las
creencias ya no se fiscaliza confrontándolas con el mundo, sino a través de un
concurso público logrado en la comunidad de comunicación. Por lo tanto, la
intersubjetividad del entendimiento sustituye la objetividad de la experiencia.
La relación entre el lenguaje y la realidad se vuelve dependiente de la
comunicación entre hablante y oyente. La alusión de la realidad en las
representaciones se doblega hacia la referencia de los participantes en la
comunicación. La intersubjetividad del mundo de la vida donde los sujetos moran
colectivamente desaloja a la objetividad de un mundo que el sujeto solitario
enfrenta. Estamos en presencia del paso de la semántica a la pragmática.
Rorty piensa que un paradigma sustituye a otro en una
sucesión accidental. Bien se puede criticar esta construcción pensando que
ambos pueden convivir en una relación dialéctica. La comprensión contextualista
de este giro lingüístico, del cual germina cierto antirrealismo del
conocimiento, apunta a una concepción de promoción y crepúsculo de modelos que
excluye tanto la continuidad de los temas como los procesos de aprendizaje que
traspasan los límites de los paradigmas.
4.b. El problema de la centralidad en la comunidad
La centralidad en la propia comunidad de comunicación en
Rorty advierte el concepto que al investigar, partimos de paradigmas teóricos
particulares. Estos paradigmas no comparten las suficientes premisas como para
poder discrepar sobre algún punto teórico. Todo aquello que resguarden será
relativo a sus patrones de justificación y éstos serán disímiles.
La justificación es relativa a los esquemas de justificación de cada paradigma.
La verdad de una creencia no considera esta relatividad. Sin embargo, no hay
otro juicio de verdad que las pautas de justificación, por lo cual las creencias
que asumimos por verdaderas serán las que conservamos por justificadas. Nos
queda por asegurar que las mejores creencias son nuestras creencias,
y que los mejores criterios evaluativos son nuestros criterios. El
progreso epistémico en el giro pragmático se manifiesta en la centralidad
cultural como un acopio de útiles cada vez mejores para enfrentar con nuestro contexto.
Entonces podemos considerar a los sujetos sólo con mecanismos adaptativos más elaborados
y efectivos, con el objetivo de transformar el entorno. A la vez, además, el
sujeto se transforma a sí mismo a través de la modificación de vocabularios,
con la intención de alcanzar fines autoimpuestos.
La centralidad en la comunidad de interpretación no es una
alternativa válida frente al universalismo, pues incurre en un relativismo, generando
una contradicción. Las creencias verdaderas se obtienen a partir de una
respetable confiabilidad en los patrones
de justificación epistémica. El giro pragmático, que niega esta confiabliidad,
no puede explicar el progreso epistémico. Otra comunidad de interpretación, no
podría aceptar los enunciados como verdaderos si no satisface sus propios
modelos de justificación. Racionalmente no podríamos argumentar que otras
comunidades estarían equivocadas.
Rorty concibe a la filosofía como una sumatoria de
tradiciones linguísticas. No hay ni un método colectivo ni problemáticas
comunes a las variadas tradiciones y épocas. Rorty reduce la tarea del filósofo
a interceder entre el conjunto de vocabularios que abundan dentro de su comunidad,
teniendo como tarea la optimización de los objetivos que la comunidad considera
válidos. La tarea de aliviana liberando a la disciplina filosófica del
vocabulario fundacionista y representacionista. Aquí encontramos un segundo
escollo y es desde qué plataforma teórica se puede afirmar que un vocabulario
es más útil qué otro. Rorty señalaría que dos filósofos vinculados a
tradiciones opuestas y debaten alrededor de un tema conflictivo, nunca llegarán
a un consenso. Ahora como las tradiciones no son cerradas y si bien hay
premisas en tirantez, hay otras compartidas. Las tradiciones a las que un
filósofo pertenece son compuestas y complejas.
5. Conclusión: Sustitución en vez de superación.
En principio el giro neopragmático de Rorty no pretende
constituirse en una nueva teoría que ofrezca una fundamentación filosófica de
la realidad (Rorty, 1989: 116). Lo que quiere evitar Rorty es la sustitución de
un método por uno nuevo. En este sentido hay un constante esfuerzo de librarse
del control metafísico. Su objetivo es superar este control, criticando la idea
de tener una opinión y evitar opinar sobre opiniones (Rorty, 1995: 335)
La filosofía tradicional, según Rorty, ha considerado el ser
desde el punto de vista de las esencias. La propuesta de Rorty pretender una
liberalización secularizante de la filosofía. Pero Rorty cae en el mismo vicio
de una visión metafísica del mundo con aspiraciones universalidad y de
totalidad ofreciendo una visión totalizadora de la realidad a partir de la
organización linguística de la sociedad. En este sentido Rorty sigue haciendo
metafísica siguiendo el rumbo de la tradición que denigra. La filosofía
tradicional sostiene la existencia de la sustancia y de categorías, la
pragmática de Rorty absolutiza lo temporal y lo contingente.
Bibliografía
Kalpokas, Daniel (2005): Richard
Rorty y la superación pragmatista de la epistemología. Buenos Aires: Ediciones
del Signo.
Mattio, Eduardo (2009): Richard
Rorty la construcción del sujeto y de la comunidad moral. Buenos Aires: Del
Signo.
Rorty, Richard (1989): Contingencia,
ironía y solidaridad. Barcelona:
Paidós.
Rorty, Richard (1995): La Filosofía y el espejo de la
Naturaleza. Trad. de Jesús Fernández Zulaica. Madrid: Ed Cátedra
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