Método Comeniano ¿Superación del Cartesiano?

Método Comeniano ¿Superación del Cartesiano?

por Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
rodriguezgaley@gmail.com

Introducción

Johann Amos Comenius (Jan Amos Komenský, 1592-1670) inaugura una dirección significativa de impulso del pensamiento que se instituye en una idea organicista del universo y del hombre, que representa la realidad de modo dinámica y comprende la relación ente hombre y mundo de manera dialéctica. En desavenencia con René Descartes (1596-1650) el hombre comeniano es pensado como una totalidad en permanente expansión y desarrollo, dónde la praxis del hombre cumple una función primordial. Comenius examinó los principios de la actividad humana creadora cuando pugnaba por comprender los postulados sobre dónde el hombre podría vivir como hombre pleno. No sólo una búsqueda en lo físico, sino activando todas sus potencias para la creación de mundos más humanos, es decir, de nuevos terrenos  expansión y desarrollo humanos (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 274 ss.)

Nuevos aires en el pensamiento

El siglo XVII despierta con profundos cambios sociales, políticos, religiosos y culturales, principiando las bases de la sociedad moderna.
Los conflictos religiosos, políticos y sociales, la Guerra de los Treinta Años manifestó una falta de valoración por la vida. La filosofía aristotélica resistía en muchas escuelas, pero también había una demanda por comprender el mundo. Tendencias neoplatonistas muy activas influenciaban las mentes. En muchos movimientos religiosos había influencia de ideas bíblicas, además de místicas, milenaristas y revelacionistas. Las ideas de reforma social se tornaron más usuales. Los cambios revolucionarios ejercieron una función significativa en Holanda e Inglaterra, convirtiéndose en las primeras sociedades capitalistas.
Las Ciencias Naturales, de reciente desarrollo, abrazaron el enfoque empirista influenciando más tarde en otras disciplinas. El empirismo surge con Francis Bacon (1561-1626) y su Novum Organum (1620), el artífice de la primera elaboración del método científico. Bacon diseña un método que parte de la observación para que con arreglo a la experiencia obtenida y expuesta a diferentes controles pudiera conocerse la naturaleza tal y cómo ésta verdaderamente es. El método baconiano describe una trayectoria inductiva, es decir, se inicia en la experiencia y finaliza en la confección de principios generales acerca de la naturaleza, para que ésta pueda ser utilizada por el ser humano en beneficio propio (Bacon, 1999:22). Frente al inductivismo propugnado por Bacon, el racionalismo se distingue por la defensa del método deductivo, formalizado en el Discurso del Método (1637) por obra de René Descartes (Descartes, 2003: 10). Su método deductivo presenta una serie de reglas (distinción, enumeración, análisis y síntesis) cuya correcta aplicación asegura la verdad del conocimiento alcanzado, logrando precisar la distinción entre el conocimiento verdadero (conocimiento científico) y aquel impregnado de presupuestos, convenciones y asunciones de sentido común. Esta pretensión es la que le empuja a dudar de todo cuanto manifieste síntomas de no ser cierto hasta alcanzar un punto en el que ya no se pueda dudar y establecerlo como punto inicial y seguro en el proceso de conocimiento. Descartes hace de la duda parte consubstancial del método hasta alcanzar el aserto definitivo y el origen del conocimiento verdadero del que no puede dudar: pienso, luego soy (Descartes, 2003: 17). Racionalismo y empirismo consagran además una concepción del conocimiento que hace de éste un encuentro entre el sujeto que conoce y el objeto que hay que conocer, en el que el objeto debe ser aprehendido sin distorsión para garantizar la objetividad y la verdad. Esta concepción clásica deja pues de lado el sujeto de conocimiento y considera prioritario que el objeto, en su aprehensión a la hora de conocerlo, sea reflejado sin distorsión alguna. Si bien estos esfuerzos intelectuales independizaron a la razón y la separaron de la teología, también la aislaron de otras expresiones del hombre: de la integridad de su personalidad y de la generalidad de su desarrollo social.

El método cartesiano y Comenius

Esta ruptura entre la razón y la integralidad del hombre, provocó las disidencias de Comenius. Descartes en su Discurso del Método sitúa al hombre aparte del mundo, admitido éste como una gran máquina y lo transformó en observador del mundo por fuera sin considerar la unidad conformada por el hombre y la naturaleza (Descartes, 2003: 21). Sobre sus intentos de unificar las ciencias, problema perentorio de su tiempo, adoptó a las matemáticas, específicamente a la aritmética y la geometría y las aplicó a todas las cosas y a todos los fenómenos (Descartes, 2003: 4). El cálculo matemático y la causalidad lógica se volvieron predominantes. Descartes proporcionó a la duda un encargo metodológico y redujo al hombre como un sujeto pensante que busca sondear la certeza definitivamente imperturbable del conocimiento con un enfoque puramente subjetivo. En El mundo o Tratado de la Luz (1629-1633) que, por lo demás, presenta al lector a la madera de una fábula, recurre a la luz y al movimiento para explicar el origen del mundo. Es un relato fundador de su saber, sólo que aparentemente depurándolos de contenidos simbólicos en aras de la razón y del pensamiento positivo (ver Descartes, 1991). El mundo o Tratado de la luz expone las principales doctrinas de la física cartesiana, aborda el problema de la fundamentación de la ciencia físico-matemática y plantea en su radicalidad las cuestiones metodológicas y gnoseológicas en que se debate y constituye el saber científico-filosófico moderno. El capítulo 1 nos alerta sobre la confianza en el conocimiento sensible, puesto que Descartes observa numerosas experiencias que deben hacernos dudar de ello. Entre los capítulos II y V se aportan pruebas en favor de que numerosas cualidades sensibles, que pueden ser explicadas sin que sea preciso a tal efecto suponer en su materia ninguna otra cosa más que el movimiento, el tamaño, la figura y la disposición de sus partes. En el capítulo VI se introduce la fábula de salir de este mundo para ir a otro nuevo, conformado por una materia creada por Dios que no cabe concebir distinta de su propia cantidad y de su extensión exterior. Se introducen, a lo largo del capítulo VII los principios fundamentales del movimiento de la naturaleza en ese nuevo mundo: el de inercia, el de acción y reacción y el de desplazamiento rectilíneo. La física cartesiana propiamente dicha: la explicación de la formación del Sol y las estrellas (cap. VIII) los planetas y cometas (cap. IX), la Tierra y la Luna (cap. X) así como diversas consideraciones en torno a la gravedad (cap. XI). Las mareas (cap. XII) y la luz (caps. XIII y XIV) y finalmente el intento del autor en el capitulo X para convencer al lector de que ese nuevo mundo debe aparecer a sus habitantes semejantes en todo al nuestro.
Comenius, en cambio, amplió este enfoque. Impactado por ser testigo y partícipe de los conflictos religiosos, políticos, filosóficos, educativos y sociales de su tiempo, deseaba hallar un camino de escape de tantos laberintos en los que el hombre se encontraba confinado (Comenius, 1999: 18). Coherente con la influencia de la Reforma checa en su formación intelectual, se preocupó por el hombre en su desarrollo individual, social y en su relación con el mundo como un todo.
Principios de la filosofía neoplatónica le condujeron a consideraciones pansóficas con una unidad panarmónica orgánicamente pensada de todas las cosas. Por lo tanto pensó al hombre como una parte orgánica del mundo. Indagó las interrelaciones entre el hombre como microcosmos y el gran mundo o macrocosmos (Comenius, 1998: Cap. I-IV). Organizó el mundo panarmónicamente admitido como totalidad en tres partes fundamentales: la naturaleza, el hombre y Dios. Estaba convencido de que cualquier fenómeno del mundo tiene su base objetiva en la unidad del cosmos creado por el Dios perfecto. A partir de la panarmonía del macrocosmos, Comenius dedujo que el hombre, debe convertirse en un todo armónico si han de desarrollarse plenamente todas sus potencialidades y habilidades, y no simplemente la razón. En este sentido, Descartes deja escapar la matriz cultural compartida por la atmósfera comeniana.

Comenius y la verdad

En Comenius la forma de la verdad constituiría una recurrencia, ésta sería abstracta / trascendente / universal, los lugares de la verdad se ampliarían, al inscribirse ésta, tanto en el más allá, como en la vida terrenal. La verdad comeniana, se acerca más al hombre común, ya que consideraba que había sido impresa por Dios en las cosas, y no, como Descartes, oculta en ellas. Comenius, se movió con cautela contra la acusación de herejía: mantenerse fiel al dogma cristiano sobre la naturaleza caída del cuerpo, pero, al mismo tiempo, proponer cierta autonomía intelectual y moral a los sentidos. El hombre comeniano sería un microcosmos del universo, el conocimiento verdadero se manifestaría tanto en la naturaleza interna del individuo como por medio de las imágenes sensoriales de los objetos naturales que serían reveladas en su mente. La verdad estaba tanto adentro como afuera, puesto que el afuera era el adentro.
En Comenius, los sentidos y en especial la mirada, adquieren un nuevo estatuto en la revelación de la verdad. Ya no son, como en Descartes, los sirvientes que debían ser dirigidos y corregidos permanentemente por la razón sino que dentro de un nuevo régimen de verdad, habían adquirido la posición de consejeros.
Con Comenius y Descartes se debilita el dominio de la moral sobre el conocimiento verdadero. En Comenius la vía al conocimiento verdadero dependía de un carácter virtuoso, en tanto que los misterios de las ciencias solo se revelarían a una mente pura (Comenius, 1998:127) pero enfatizaba la forma disciplinada de conocer (Comenius, 1998:128)
Las palabras, con Comenius, comienzan a perder su relación privilegiada con la verdad. Las palabras sólo tocarían la superficie de las cosas, mientras que era su apariencia externa la que revelaría su verdad invisible. Establece un nuevo vínculo ente lo visible y lo invisible, que fundamentaría el régimen científico de la verdad. Era en las palabras y no en los datos de los sentidos, en las que se debía desconfiar (Comenius, 1986:18). Comenius sólo confiaba en un lenguaje, el de los números, que era el vínculo entre las cosas y Dios, por medio del cual se replicaba el orden divino a través de la formalización matemática del conocimiento (Comenius, 1986:24).
Comenius pensó al hombre como una imagen de Dios. Estaba persuadido que a cada uno se le ha dado una posibilidad para la perfectibilidad continua e interminable, para la creatividad y la educación permanente. Con estas ideas como soporte, Comenius desarrolló sus actividades de reforma escolar con el objetivo de que todas las escuelas fueran talleres de humanidad, Oficinae humanitatis (Comenius, 1998: 109) y su concepto de educación permanente para llegar a una cultura humana universal, Cultura universalis (Comenius, 1992: 28; Comenius, 1998: 131).

Comenius, el espacio y el tiempo

Mientras Bacon exploraba un método científico para descubrir las leyes que gobiernan la naturaleza, y Descartes organizaba un método científico para la mente humana, Comenius se consagró a revelar las leyes que rigen la evolución del hombre en su relación con todo el mundo: la Naturaleza, el hombre, la sociedad, y Dios.
La dificultad de las interrelaciones entre el todo y las partes fue tema de discusión durante el encuentro entre Comenius y Descartes en 1642 en Holanda (Capková, 1992: 232). La obstinación en la integridad del desarrollo individual y social con la educación fue cavilada por Comenius como un holismo incipiente y proporcionó un complejo método pansófico para tal propósito. Cuando Descartes se ocupaba sobre el asunto del espacio (Ver Descartes, 1990: 65), Comenius se consagra no sólo al espacio sino además al tiempo. Su interés se basaba en desarrollar principios acertados para educar a todos los hombres en todas las naciones y países del mundo (omnes). Ambicionaba educarlos en todo lo significativo para la vida de todos los hombres (omnia) y a todos los hombres. El objetivo de este proyecto era desarrollar capacidades y plasmar todas sus potencialidades físicas e intelectuales además de lo relativo a las emociones, la voluntad, la conciencia y el comportamiento, la acción. El plan debía ser efectivo sin ninguna violencia, naturalmente (omnino). Sobre el tema del tiempo, Comenius consideró la educación permanente de cada individuo, además del desarrollo histórico de la sociedad (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 278) Los conceptos sobre espacio y tiempo, tuvieron una centralidad en el proyecto de la Consulta universal sobre la enmienda de los asuntos humanos (1644-1670). Las etapas de la evolución cósmica son mostrados en Consultatio dentro del sistema de los ocho mundos donde al hombre se le asignó la función creadora de transformarlo desde el mundo divino hacia la Naturaleza, línea descendente, hacia una línea ascendente que franquea el mundo de la actividad creativa humana de moralidad y espiritualidad hacia el mundo eterno perfecto de Dios (Mundus possibilis, Mundus archetypus, Mundus intelligibilis, angelicus, Mundus materialis seu corporeus, Mundus artificialis, Mundus moralis, Mundus spiritualis, Mundus aeternus). Comenius resaltó el progreso evolutivo dentro del mundo de la naturaleza, desde lo simple hacia lo complejo siendo el hombre la cumbre de esta evolución.

Comenius y la pansofía

La pansofía en Comenius no sólo fue una teoría del conocimiento sino además una ruta hacia la sabiduría de la vida. No sólo el conocimiento del mundo entero sino también el conocimiento de parte del mundo, es decir, conocimiento del hombre total. Por ello este conocimiento, a diferencia de Descartes, contenía elementos morales, sociales, religiosos y principios para la reforma del mundo.
El método pansófico fue una aproximación múltiple a todas las cosas y fenómenos con el objetivo de establecer una técnica para la reforma de todas las cuestiones humanas. Con Comenius se establece una nueva unidad cultural de lo general y lo particular, de el todo y sus partes, de la teoría y la práctica.
El enfoque pansófico de Comenius encerraba enfoques a priori y a posteriori. En este sentido completa el proyecto cartesiano. En educación esto representó que teoría y práctica educativas se asentaban en una filosofía del hombre y del mundo. El método pansófico comprendía análisis y síntesis. Comenius les añade la sinéresis, un método de comparación para explorar relaciones dentro del mundo y en la vida humana con el fin de profundizar en la verdad. De acuerdo al contexto científico de su época, consideró a su método pansófico como matemático, pues debería ser tan objetivo e imperturbable como la prueba matemática. Con las metáforas de la machina mundi (la máquina del mundo) (Comenius, 1966: Tomo 2, Col. 505; Vol. I, Col. 427) y del reloj (Comenius, 1998: 49) para el proceso educativo en la escuela, quiso demostrar ese orden matemático. Los relojes eran  usados como una manera de ilustrar el organismo humano. El organismo humano es explicado a partir de la metáfora máquina y llega a introducirse en todo tipo de programas de los nuevos reformadores como Descartes y Hobbes. En el caso de Comenius el reloj no sólo es usado para explicar el proceso educativo, sino que se vuelve la metáfora de cada individuo. Se produce una mecanización del cuerpo humano: desaparece la división entre órganos más nobles y menos nobles (Comenius, 1998: 50). En la obra comeniana también se produce una mecanización de las actividades que eran tradicionalmente atribuidas al alma.

Comenius y la libertad

En su concepto del hombre como la criatura más compleja, Comenius distinguió a la libertad como parte de la esencia de la humanidad. Negarla sería hacer violencia contra la misma sustancia de la naturaleza humana. Pero, además, maduró el otro lado de la cuestión. La libertad comeniana, como tal no forma un todo. La libertad puede ser arbitraria, puede pervertirse hacia la anarquía. Esto le incumbe tanto a la educación escolar, como a la vida social. En la anarquía, Comenius deslumbra una desviación como si no hubiese libertad. Por esta razón, Comenius especuló tanto el problema de la relación de la libertad con el orden. La naturalidad de la disciplina en el contexto de la familia, la escuela, la comunidad, el Estado, la Iglesia y la totalidad de la sociedad. Los hombres deben entender la libertad de manera empírica, empezando con el sentido de la percepción; luego descubriendo causa, su función en la vida tanto individual como social. De esta forma los hombres son educados para usar su libre voluntad correctamente. Así lo explicó en su Consultatio al puntualizar la unificación del conocimiento sensorial y racional con la expresión en el habla, la voluntad, las emociones, la conciencia y la acción (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 547). La libre voluntad podrá ejercerse sólo después del reconocimiento de la diferencia entre el bien y el mal, tanto desde el punto de vista individual como social.
Para Comenius el hombre no sólo era un animal raciónale sino también un animal liberae actionis; es decir su praxis individual y social son los pautas de sus potencialidades, incluso la del intelecto. La acción humana, la dominación sobre las cosas, es más importante que la simple habilidad para entender (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 552) Por tanto, para ser capaz de dominar a la naturaleza y a sí mismo el hombre tiene que desarrollar la totalidad de su humanidad.

Conclusión

El método llegó a ser la palabra clave de la época para la búsqueda de nuevos conocimientos. No aceptar más el principio de autoridad, de lo tradicional; el hombre debía observar por sí mismo, utilizar sus sentidos y buscar por la vía del ensayo las leyes de la naturaleza.
Para Francis Bacon, las percepciones sensibles preceden a los conceptos, y las valoraciones inductivas son anteriores a los principios generales. René Descartes admitió como verdadero lo que para la razón resultaba claro y distinto.
El acento en la libertad del hombre empujó a Comenius a introducir aparte de la bien conocida tríada ratio, oratio, operario la menos conocida tríada sice, velle, posse (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 276,291, 320, 931), es decir, razón, oración, acción, y saber, querer, poder. Conocer contenía una ratio y una oratio incluidas, es decir, razón y habla.
La voluntad constituía un dispositivo dentro de los desarrollos mentales, accesorio de los sentidos, la razón, las emociones, la conciencia y sus reciprocidades y de la interrelación entre todos ellos y la voluntad. Estas relaciones son ubicadas dentro de un contexto de espacio y tiempo. Ser capaz de actuar incluye operatio, principalmente la potencialidad del hombre.
El concepto comeniano de orden atañe al orden cósmico, el orden humano moral y social. Para Comenius el conocimiento de la verdad puede alcanzarse si se experimenta por el hombre en todas sus integralidad. Cuanto más se utilice la actividad humana creadora, aumenta el deseo del hombre por el conocimiento. Cuanto más se fundamenten todas las cosas en el principio de la voluntariedad, en la universalidad y en la simplicidad, esto es esencialidad, se podrá aseverar que el ser humano no soportará una contradicción entre libertad y orden disciplinado. El concepto integral de cultura universalis, puede servir de senda. En las escolaridades de la vida, los valores correctos pueden crear una vida plausible, superando el mero consumismo. Al apartarse del intelectualismo racionalista sin anclaje humano, se podrá obtener una correcta relación entre cada individuo y los otros, basada en la modestia, la tolerancia, el amor, la perspicacia y prudencia. Todos los hombres deberían ser los maestros de los otros y los alumnos de los otros.

Fuentes Primarias

Bacon, Francis (1999): Novum Organum. Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del hombre. Barcelona: Folio.
Comenius, Johannes Amós (1966): De rerum humanarum emendatione consultatio católica. Tomos 1 y 2, Praga: In Academia
__________________________ (1992): Pampaedia (Educación Universal). Traducción Federico Gómez R. de Castro, Madrid: UNED.
_________________________ (1998): Didáctica Magna. México: Editorial Porrúa.   
___________________________ (1999): El laberinto del mundo y el paraíso del corazón. Traducción de Helena Voldan, Buenos Aires: Ekumene Comenius Cultural center
____________________________ (2002): El camino de la luz. Traducción de Helena Voldan, Buenos Aires: Ekumene Comenius Cultural Center.
Descartes, René (1990): El Tratado del Hombre. Introducción de Guillermo Quintás, Madrid: Alianza Universidad, Madrid.
________________ (1991): El mundo o el tratado de la luz. Traducción de Ana Rioja, Madrid: Alianza.
______________ (2003): Discurso del método. Buenos Aires: elaleph.com


Fuentes Secundarias

Aguirre Lora, María Esther (1993): Juan Amos Comenio. Obra, andanzas, atmósferas en el IV centenario de su nacimiento. México: Centro de Estudios sobre la Universidad.
_______________________________ (2007): “Atisbar la modernidad desde la mirada comeniana. Una lectura arquetípica de la Ilustración”. En Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de 2007, pp. 29-50.
Capková, Dagmar (1992): “Comenio: una alternativa”. Traducción de Horacio Betancur, en Revista Educación y Pedagogía, Medellín: Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, N°8 y 9,1992, pp. 227-240.
_________________(2006): “Rasgos fundamentales de la teoría de la actividad humana en Comenio”. Traducción de Andrés Klaus Runge, en Revista Educación y Pedagogía, Medellín: Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de 2007, pp. 63-70.
Sáenz Obregón, Javier: “Jan Amós Coemnio: sujeto triádico y ordenamiento metódico de las prácticas escolares”. En Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de 2007, pp. 51-62.
Torres, Francesc: “El lenguaje metafórico en la ‘Didáctica Magna’ de Comenio”. En Taula, Quaderns de Pensament N°78, desembre 1987, Universitat de les Illes Balears, pp. 79-89.

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