La política en los antiguos

En el período antiguo, la trascendencia no es un problema a considerar, tampoco la inmortalidad, i.e., no está presente el problema de la heteronomía. Por lo tanto, Castoriadis, ve el surgimiento de las bases que posibilitaron la posición de la autonomía. El mundo griego se traza así no sólo como el lugar donde fue posible la pólis, la democracia y la filosofía, sino además donde se ha conformado por primera vez en la historia del ser humano el imaginario de una especulación autonómica, sellando los límites entre una comunidad heterónoma, representada por el oriente medio, con las culturas de carácter monoteísta, y una comunidad autónoma, simbolizada por la cultura griega del mediterráneo occidental.
Como señala Castoriadis, es un “movimiento de autoinstitución” y su significación explícita es la autonomía (Castoriadis, 1997a:198).  El poder que se demuestra a través del ejercicio de lo político (Íbid: 197-198), i.e., el momento referido al poder instituido que se muestra por el pronunciamiento de órdenes sancionables, que contiene un poder judicial y un poder gubernativo. La verdadera política es siempre creación social-histórica, en cambio, lo político es lo que no puede dejar de ser o existir en toda sociedad. Para Castoriadis, la política es actividad lúdica, que apunta a la institución explícita de la sociedad, i.e., la política correspondería a la instancia global de la sociedad y todo lo que atañe a su futuro, siempre en la dimensión autonómica del individuo y de la sociedad.  Entonces, una sociedad es autónoma, si no sólo sabe que es ella la que hace sus leyes, sino que además, dispone con capacidad de ponerlas claramente en interrogación. Asimismo, un individuo es autónomo cuando tiene la facultad de establecer una relación distinta entre su inconsciente, su pasado, las condiciones en las que vive, y él mismo en tanto que instancia reflexionante y deliberante (Íbid.:198)
Este desarrollo ontológico entraña el establecimiento de un nuevo eidos ontológico (Castriadis, 1997b:4), implicando la construcción de un ser libre, cuestión compartida con lo que debe entenderse por institución democrática La creación, supone la posición de un nuevo eidos, i. e., nuevas determinaciones, nuevas leyes y por tanto de una nueva institucionalidad, cuando la existente no responde a las necesidades de la sociedad. Estas nuevas características suponen no sólo el establecimiento de leyes jurídicas, sino maneras obligatorias de percibir y concebir el mundo social y físico y maneras obligatorias de actuar en él (Castoriadis, 2005:99).
La comunidad de los ciudadanos, el démos, proclama que es absolutamente soberana, i.e., el démos es autónomos, se rige por sus propias leyes, posee su jurisdicción independiente y se gobierna él mismo. Esta comunidad afirma igualmente la igualdad política, i.e., el reparto igual de la actividad y del poder de todos los hombres libres. Para los griegos, esta comunidad de ciudadanos son varones libres y adultos, quedando excluidas de la ciudadanía las mujeres, los extranjeros y los esclavos.

La igualdad de los ciudadanos, es naturalmente igualdad ante la ley, i.e, isonomía. Esta igualdad no se circunscribe al beneplácito de derechos iguales pasivos, sino que incluye la participación general activa en los asuntos públicos. Dicha participación está alentada por normas formales así como por el éthos de la pólis. V.g., según el derecho ateniense, un ciudadano que rechazaba tomar parte de las luchas civiles que conmovían la ciudad se tornaba átimos, es decir, perdía sus derechos políticos.

Fuentes:
Castoriadis, Cornelius (1997a): El avance de la insignificancia. Buenos Aires: Eudeba, pp. 195-222.
Castoriadis, Cornelius (1997b): “El imaginario social instituyente”. En Zona Erógena, N°35. Recuperado el 20 de octubre de 2015. http://www.ubiobio.cl/miweb/webfile/media/267/Castoriadis%20Cornelius%20-%20El%20Imaginario%20Social%20Instituyente.pdf
Castoriadis, Cornelius (2005). Los dominios del hombre: las encrucijadas del laberinto. Barcelona: Gedisa.

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