El parlamentarismo de tipo liberal.
Es
indispensable considerar la nueva lógica de vínculo entre gobernantes y
gobernados, intensificándose después de la segunda mitad del siglo XIX, para
entender el origen del parlamentarismo liberal y el gobierno representativo.
Esta nueva ligazón deja de tener apoyo en la propiedad, la cultura o algún otro
tipo de distinción o privilegio sino más que nada el número. Una persona es un
voto.
Otra
innovación en el seno del modelo de gobierno representativo, lo establece la
emergencia de los partidos de masas. Éstos harán de su propio programa, el
instrumento principal en la estrategia electoral mediante los votos, cambiando,
nuevamente, la cohesión representativa.
El voto, antes
del advenimiento del modelo parlamentario liberal, era inexistente o estaba
limitado a personas con ciertas cualidades, v.g., su posición social, la
cantidad y calidad de sus propiedades. Con
el sistema parlamentarista de tipo liberal, la relación entre el votante y el votado
tenía un rasgo individual, construido
sobre un vínculo de confianza. El voto caía sobre aquel que representaba los
intereses de su comunidad o grupo social y en virtud a sus atributos
personales. Para Manin, en el parlamentarismo liberal el gobierno representativo
es, en sus orígenes, el reino de los notables. (Manin, s/f: 20)
Obra de una transformación
en la representación en la democracia de partidos, el voto no se orienta hacia
un individuo, sino al partido político. La extensión del derecho civiles, entre
los cuales el de sufragio universal, imposibilita una correlación personal
entre los electores y los elegidos. Los gobernados renuncian a elegir a quien
conocen personalmente, reemplazándolo por los representantes de las ideas y
propuestas de un partido concreto.
Manin afirma que, en las sociedades con mucha
cantidad de votantes, se produce una estabilidad en los comportamientos
electorales (Manin, s/f: 22). Éste electorado, fruto de
la industrialización y los conflictos de clases, piensa su voto, no por cercanía
individual sino por un vínculo de pertenencia y filiación con su partido. Si en
sus comienzos el gobierno representativo era el reino de los notables, la
democracia de partidos es el reino del militante y del hombre de aparato (Manin, s/f: 22)
Como conclusión: Tanto en el modelo de parlamentarismo liberal como en la democracia de partidos, el voto concede una legitimidad política, a través de la confianza personal o por afinidad de identificación con el partido
político. La transformación del
sistema de gobierno representativo se
produce por cambios en el contexto, donde el sufragio universal viene a alterar el arquetipo de dominación
entre gobernados y gobernantes por un sistema político que muestra una
aproximación entre representados y representantes.
Bibliografía
Manin, Pierre:
“Metamorfosis de la representación”. En Dos Santos, Mario (compilador): ¿Qué queda de la representación política?.
CLACSO-Nueva sociedad s/f.
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