Tres causas de conflicto en el cap. XIII del Leviatán de Hobbes
Las tres causas principales de conflicto para el hombre,
según Hobbes, son la competición, la inseguridad y la gloria.
La forma más
razonable, enfatizando la racionalidad de los agentes, es la inseguridad, pues
permite anticiparse a la pretensión de otro hombre que quiera poseer lo que es
propio. Al ser todos los hombres iguales en sus facultades no hay ninguna
característica, para Hobbes, que haga que un hombre sobresalga sobre otro y que
le permita reclamar para sí algo u obtener algún beneficio sin que cualquier
otro hombre también pueda pretenderlo.
Es justamente, a
partir de la igualdad en la pretensión sobre los fines a alcanzar, donde surge
el conflicto entre los hombres: si dos hombres desean lo mismo pero solamente
uno de ellos puede poseerlo, se transforman en enemigos y ambos buscan destruir
o subyugar al otro.
La inseguridad
surgida de la desconfianza, mueve al hombre a dominar, por la fuerza o la
astucia, a la mayor cantidad de hombres que pueda para evitar que se apoderen
de lo que es suyo. Esto es para Hobbes perfectamente legítimo en un estado de
guerra, en el que no hay un poder común que obligue a comportarse de cierta
manera frente a los otros y en el que el hombre está librado a su propia fuerza
e inventiva para asegurar su conservación. La dominación sobre otros hombres
está legitimada por el fin de la conservación.
La competición,
por su parte, hace que los hombres invadan por ganancia, para hacerse dueños de
lo que otros hombres poseen, ya que hay algunos que no se conforman con dominar
y poseer aquello que su seguridad requiere y se complacen en extender su poder.
Finalmente, la
gloria hace que los hombres entren en conflicto por la reputación. Este
conflicto puede estar iniciado por insignificancias dirigidas a ofender el
honor de una persona, su nación, su profesión, su prole, etc. Cada hombre busca
que se le valore, y ante el desprecio o la subvaloración se empeña en obtener
de sus rivales, por daño, una más alta valoración.
Dada la
competencia por bienes escasos, el estado de naturaleza es un estado de
inseguridad mutua; en otros términos, en el estado de naturaleza, la seguridad
es también un bien escaso.
“Y viene así a ocurrir
que, allí donde un invasor no tiene otra cosa que temer que el simple poder de
otro hombre, si alguien planta, siembra, construye o posee asiento adecuado,
pueda esperarse de otros que vengan probablemente preparados con fuerzas unidas
para desposeerle y privarle no sólo del fruto de su trabajo, sino de su vida, o
libertad. Y el invasor a su vez se encuentra en el mismo peligro frente a un
tercero” (Hobbes,
2003:128).
Esta inseguridad
mutua es la segunda causa del conflicto en el estado de naturaleza dónde, según
Hobbes, no hay forma más razonable de guardarse de ella que la anticipación,
esto es,
“dominar, por fuerza o
astucia, a tantos hombres como pueda hasta el punto de no ver otro poder lo
bastante grande como para ponerle en peligro. Y esto no es más que lo que su
propia conservación requiere, y lo generalmente admitido” (Hobbes, 2003:128-129).
De manera que cada persona, para
prevenir futuros intentos de despojarlo de los bienes que ha acumulado para
asegurar su preservación, debe acumular poder y, para ello, realizar ataques
anticipados.
Hobbes T. (2003): Leviatán.
Trad. Antonio Escohotado, Buenos Aires: Losada.
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