Método Comeniano ¿Superación del Cartesiano?
Método Comeniano ¿Superación del Cartesiano?
Introducción
Johann Amos Comenius (Jan Amos Komenský, 1592-1670) inaugura una dirección significativa de impulso
del pensamiento que se instituye en una idea organicista del universo y del
hombre, que representa la realidad de modo dinámica y comprende la relación
ente hombre y mundo de manera dialéctica. En desavenencia con René Descartes
(1596-1650) el hombre comeniano es pensado como una totalidad en permanente expansión
y desarrollo, dónde la praxis del hombre cumple una función primordial.
Comenius examinó los principios de la actividad humana creadora cuando pugnaba
por comprender los postulados sobre dónde el hombre podría vivir como hombre
pleno. No sólo una búsqueda en lo físico, sino activando todas sus potencias
para la creación de mundos más humanos, es decir, de nuevos terrenos expansión y desarrollo humanos (Comenius, 1966:
Tomo 1, Col. 274 ss.)
Nuevos aires en el pensamiento
El siglo XVII despierta con profundos cambios
sociales, políticos, religiosos y culturales, principiando las bases de la
sociedad moderna.
Los conflictos religiosos, políticos y sociales,
la Guerra de los Treinta Años manifestó una falta de valoración por la vida. La
filosofía aristotélica resistía en muchas escuelas, pero también había una
demanda por comprender el mundo. Tendencias neoplatonistas muy activas influenciaban
las mentes. En muchos movimientos religiosos había influencia de ideas
bíblicas, además de místicas, milenaristas y revelacionistas. Las ideas de
reforma social se tornaron más usuales. Los cambios revolucionarios ejercieron
una función significativa en Holanda e Inglaterra, convirtiéndose en las
primeras sociedades capitalistas.
Las Ciencias Naturales, de reciente desarrollo, abrazaron
el enfoque empirista influenciando más tarde en otras disciplinas. El empirismo
surge con Francis Bacon (1561-1626) y su Novum
Organum (1620), el artífice de la primera elaboración del método científico.
Bacon diseña un método que parte de la observación para que con arreglo a la
experiencia obtenida y expuesta a diferentes controles pudiera conocerse la naturaleza
tal y cómo ésta verdaderamente es. El método baconiano describe una trayectoria
inductiva, es decir, se inicia en la experiencia y finaliza en la confección de
principios generales acerca de la naturaleza, para que ésta pueda ser utilizada
por el ser humano en beneficio propio (Bacon, 1999:22). Frente al inductivismo
propugnado por Bacon, el racionalismo se distingue por la defensa del método
deductivo, formalizado en el Discurso del
Método (1637) por obra de René Descartes (Descartes, 2003: 10). Su método
deductivo presenta una serie de reglas (distinción, enumeración, análisis y
síntesis) cuya correcta aplicación asegura la verdad del conocimiento
alcanzado, logrando precisar la distinción entre el conocimiento verdadero
(conocimiento científico) y aquel impregnado de presupuestos, convenciones y
asunciones de sentido común. Esta pretensión es la que le empuja a dudar de
todo cuanto manifieste síntomas de no ser cierto hasta alcanzar un punto en el
que ya no se pueda dudar y establecerlo como punto inicial y seguro en el proceso
de conocimiento. Descartes hace de la duda parte consubstancial del método
hasta alcanzar el aserto definitivo y el origen del conocimiento verdadero del
que no puede dudar: pienso, luego soy (Descartes, 2003: 17). Racionalismo y
empirismo consagran además una concepción del conocimiento que hace de éste un
encuentro entre el sujeto que conoce y el objeto que hay que conocer, en el que
el objeto debe ser aprehendido sin distorsión para garantizar la objetividad y
la verdad. Esta concepción clásica deja pues de lado el sujeto de conocimiento
y considera prioritario que el objeto, en su aprehensión a la hora de
conocerlo, sea reflejado sin distorsión alguna. Si bien estos esfuerzos
intelectuales independizaron a la razón y la separaron de la teología, también la
aislaron de otras expresiones del hombre: de la integridad de su personalidad y
de la generalidad de su desarrollo social.
El método cartesiano y Comenius
Esta ruptura entre la razón y la integralidad del
hombre, provocó las disidencias de Comenius. Descartes en su Discurso del
Método sitúa al hombre aparte del mundo, admitido éste como una gran
máquina y lo transformó en observador del mundo por fuera sin considerar la
unidad conformada por el hombre y la naturaleza (Descartes, 2003: 21). Sobre
sus intentos de unificar las ciencias, problema perentorio de su tiempo, adoptó
a las matemáticas, específicamente a la aritmética y la geometría y las aplicó a
todas las cosas y a todos los fenómenos (Descartes, 2003: 4). El cálculo
matemático y la causalidad lógica se volvieron predominantes. Descartes proporcionó
a la duda un encargo metodológico y redujo al hombre como un sujeto pensante
que busca sondear la certeza definitivamente imperturbable del conocimiento con
un enfoque puramente subjetivo. En El
mundo o Tratado de la Luz (1629-1633) que, por lo demás, presenta al lector
a la madera de una fábula, recurre a la luz y al movimiento para explicar el
origen del mundo. Es un relato fundador de su saber, sólo que aparentemente
depurándolos de contenidos simbólicos en aras de la razón y del pensamiento
positivo (ver Descartes, 1991). El mundo o Tratado de la luz expone las
principales doctrinas de la física cartesiana, aborda el problema de la
fundamentación de la ciencia físico-matemática y plantea en su radicalidad las
cuestiones metodológicas y gnoseológicas en que se debate y constituye el saber
científico-filosófico moderno. El capítulo 1 nos alerta sobre la confianza en
el conocimiento sensible, puesto que Descartes observa numerosas experiencias
que deben hacernos dudar de ello. Entre los capítulos II y V se aportan pruebas
en favor de que numerosas cualidades sensibles, que pueden ser explicadas sin
que sea preciso a tal efecto suponer en su materia ninguna otra cosa más que el
movimiento, el tamaño, la figura y la disposición de sus partes. En el capítulo
VI se introduce la fábula de salir de este mundo para ir a otro nuevo,
conformado por una materia creada por Dios que no cabe concebir distinta de su
propia cantidad y de su extensión exterior. Se introducen, a lo largo del
capítulo VII los principios fundamentales del movimiento de la naturaleza en
ese nuevo mundo: el de inercia, el de acción y reacción y el de desplazamiento
rectilíneo. La física cartesiana propiamente dicha: la explicación de la
formación del Sol y las estrellas (cap. VIII) los planetas y cometas (cap. IX),
la Tierra y la Luna (cap. X) así como diversas consideraciones en torno a la
gravedad (cap. XI). Las mareas (cap. XII) y la luz (caps. XIII y XIV) y
finalmente el intento del autor en el capitulo X para convencer al lector de
que ese nuevo mundo debe aparecer a sus habitantes semejantes en todo al
nuestro.
Comenius, en cambio, amplió este enfoque. Impactado
por ser testigo y partícipe de los conflictos religiosos, políticos,
filosóficos, educativos y sociales de su tiempo, deseaba hallar un camino de
escape de tantos laberintos en los que el hombre se encontraba confinado
(Comenius, 1999: 18). Coherente con la influencia de la Reforma checa en su
formación intelectual, se preocupó por el hombre en su desarrollo individual,
social y en su relación con el mundo como un todo.
Principios de la filosofía neoplatónica le condujeron
a consideraciones pansóficas con una unidad panarmónica orgánicamente pensada
de todas las cosas. Por lo tanto pensó al hombre como una parte orgánica del
mundo. Indagó las interrelaciones entre el hombre como microcosmos y el gran
mundo o macrocosmos (Comenius, 1998: Cap. I-IV). Organizó el mundo panarmónicamente
admitido como totalidad en tres partes fundamentales: la naturaleza, el hombre
y Dios. Estaba convencido de que cualquier fenómeno del mundo tiene su base
objetiva en la unidad del cosmos creado por el Dios perfecto. A partir de la
panarmonía del macrocosmos, Comenius dedujo que el hombre, debe convertirse en
un todo armónico si han
de desarrollarse plenamente todas sus potencialidades y habilidades, y no
simplemente la razón. En este sentido, Descartes deja escapar la matriz
cultural compartida por la atmósfera comeniana.
Comenius y la verdad
En Comenius la forma de la verdad constituiría una
recurrencia, ésta sería abstracta / trascendente / universal, los lugares de la
verdad se ampliarían, al inscribirse ésta, tanto en el más allá, como en la
vida terrenal. La verdad comeniana, se acerca más al hombre común, ya que consideraba
que había sido impresa por Dios en las cosas, y no, como Descartes, oculta en
ellas. Comenius, se movió con cautela contra la acusación de herejía:
mantenerse fiel al dogma cristiano sobre la naturaleza caída del cuerpo, pero,
al mismo tiempo, proponer cierta autonomía intelectual y moral a los sentidos.
El hombre comeniano sería un microcosmos del universo, el conocimiento
verdadero se manifestaría tanto en la naturaleza interna del individuo como por
medio de las imágenes sensoriales de los objetos naturales que serían reveladas
en su mente. La verdad estaba tanto adentro como afuera, puesto que el afuera
era el adentro.
En Comenius, los sentidos y en especial la mirada,
adquieren un nuevo estatuto en la revelación de la verdad. Ya no son, como en
Descartes, los sirvientes que debían ser dirigidos y corregidos permanentemente
por la razón sino que dentro de un nuevo régimen de verdad, habían adquirido la
posición de consejeros.
Con Comenius y Descartes se debilita el dominio de la
moral sobre el conocimiento verdadero. En Comenius la vía al conocimiento
verdadero dependía de un carácter virtuoso, en tanto que los misterios de las
ciencias solo se revelarían a una mente pura (Comenius, 1998:127) pero
enfatizaba la forma disciplinada de conocer (Comenius, 1998:128)
Las palabras, con Comenius, comienzan a perder su
relación privilegiada con la verdad. Las palabras sólo tocarían la superficie
de las cosas, mientras que era su apariencia externa la que revelaría su verdad
invisible. Establece un nuevo vínculo ente lo visible y lo invisible, que
fundamentaría el régimen científico de la verdad. Era en las palabras y no en
los datos de los sentidos, en las que se debía desconfiar (Comenius, 1986:18).
Comenius sólo confiaba en un lenguaje, el de los números, que era el vínculo
entre las cosas y Dios, por medio del cual se replicaba el orden divino a
través de la formalización matemática del conocimiento (Comenius, 1986:24).
Comenius pensó al hombre como una imagen de Dios.
Estaba persuadido que a cada uno se le ha dado una posibilidad para la
perfectibilidad continua e interminable, para la creatividad y la educación
permanente. Con estas ideas como soporte, Comenius desarrolló sus actividades
de reforma escolar con el objetivo de que todas las escuelas fueran talleres de
humanidad, Oficinae humanitatis (Comenius,
1998: 109) y su concepto de educación permanente para llegar a
una cultura humana universal, Cultura universalis (Comenius,
1992: 28; Comenius, 1998: 131).
Comenius, el espacio y el tiempo
Mientras Bacon exploraba un método científico para
descubrir las leyes que gobiernan la naturaleza, y Descartes organizaba un
método científico para la mente humana, Comenius se consagró a revelar las
leyes que rigen la evolución del hombre en su relación con todo el mundo: la
Naturaleza, el hombre, la sociedad, y Dios.
La dificultad de las interrelaciones entre el todo y las partes fue
tema de discusión durante el encuentro entre Comenius y Descartes en 1642 en
Holanda (Capková, 1992: 232). La obstinación en la integridad del desarrollo
individual y social con la educación fue cavilada por Comenius como un holismo
incipiente y proporcionó un complejo método pansófico para tal propósito. Cuando
Descartes se ocupaba sobre el asunto del espacio (Ver Descartes, 1990: 65), Comenius
se consagra no sólo al espacio sino además al tiempo. Su interés se basaba en desarrollar
principios acertados para educar a todos los hombres en todas las naciones y
países del mundo (omnes). Ambicionaba educarlos en todo lo significativo
para la vida de todos los hombres (omnia) y a todos los hombres. El objetivo de este proyecto era
desarrollar capacidades y plasmar todas sus potencialidades físicas e
intelectuales además de lo relativo a las emociones, la voluntad, la conciencia
y el comportamiento, la acción. El plan debía ser efectivo sin ninguna
violencia, naturalmente (omnino). Sobre el tema del tiempo, Comenius
consideró la educación permanente de cada individuo, además del desarrollo
histórico de la sociedad (Comenius,
1966: Tomo 1, Col. 278) Los conceptos
sobre espacio y tiempo, tuvieron una centralidad en el proyecto de la Consulta universal sobre la enmienda de los
asuntos humanos (1644-1670). Las etapas de la evolución cósmica son mostrados
en Consultatio dentro del sistema de los ocho mundos donde al hombre se
le asignó la función creadora de transformarlo desde el mundo divino hacia la
Naturaleza, línea descendente, hacia una línea ascendente que franquea el mundo
de la actividad creativa humana de moralidad y espiritualidad hacia el mundo
eterno perfecto de Dios (Mundus
possibilis, Mundus archetypus, Mundus intelligibilis, angelicus, Mundus
materialis seu corporeus, Mundus artificialis, Mundus moralis, Mundus
spiritualis, Mundus aeternus). Comenius resaltó el progreso evolutivo dentro
del mundo de la naturaleza, desde lo simple hacia lo complejo siendo el hombre la
cumbre de esta evolución.
Comenius y la pansofía
La pansofía en Comenius no sólo fue una teoría del
conocimiento sino además una ruta hacia la sabiduría de la vida. No sólo el
conocimiento del mundo entero sino también el conocimiento de parte del mundo, es
decir, conocimiento del hombre total. Por ello este conocimiento, a diferencia
de Descartes, contenía elementos morales, sociales, religiosos y principios
para la reforma del mundo.
El método pansófico fue una aproximación múltiple
a todas las cosas y fenómenos con el objetivo de establecer una técnica para la
reforma de todas las cuestiones humanas. Con Comenius se establece una nueva
unidad cultural de lo general y lo particular, de el todo y sus partes, de la
teoría y la práctica.
El enfoque pansófico de Comenius encerraba
enfoques a priori y a posteriori. En este sentido completa
el proyecto cartesiano. En educación esto representó que teoría y práctica
educativas se asentaban en una filosofía del hombre y del mundo. El método
pansófico comprendía análisis y síntesis. Comenius les añade la sinéresis, un método de comparación para
explorar relaciones dentro del mundo y en la vida humana con el fin de
profundizar en la verdad. De acuerdo al contexto científico de su época,
consideró a su método pansófico como matemático, pues debería ser tan objetivo
e imperturbable como la prueba matemática. Con las metáforas de la machina mundi (la máquina del mundo) (Comenius,
1966: Tomo 2, Col. 505; Vol. I, Col. 427) y del reloj (Comenius, 1998: 49) para
el proceso educativo en la escuela, quiso demostrar ese orden matemático. Los
relojes eran usados como una manera de
ilustrar el organismo humano. El organismo humano es explicado a partir de la
metáfora máquina y llega a introducirse en todo tipo de programas de los nuevos
reformadores como Descartes y Hobbes. En el caso de Comenius el reloj no sólo
es usado para explicar el proceso educativo, sino que se vuelve la metáfora de
cada individuo. Se produce una mecanización del cuerpo humano: desaparece la
división entre órganos más nobles y menos nobles (Comenius, 1998: 50). En la
obra comeniana también se produce una mecanización de las actividades que eran
tradicionalmente atribuidas al alma.
Comenius y la libertad
En su concepto del hombre como la criatura más compleja,
Comenius distinguió a la libertad como parte de la esencia de la humanidad. Negarla
sería hacer violencia contra la misma sustancia de la naturaleza humana. Pero,
además, maduró el otro lado de la cuestión. La libertad comeniana, como tal no
forma un todo. La libertad puede ser arbitraria, puede pervertirse hacia la
anarquía. Esto le incumbe tanto a la educación escolar, como a la vida social.
En la anarquía, Comenius deslumbra una desviación como si no hubiese libertad.
Por esta razón, Comenius especuló tanto el problema de la relación de la
libertad con el orden. La naturalidad de la disciplina en el contexto de la
familia, la escuela, la comunidad, el Estado, la Iglesia y la totalidad de la
sociedad. Los hombres deben entender la libertad de manera empírica, empezando
con el sentido de la percepción; luego descubriendo causa, su función en la
vida tanto individual como social. De esta forma los hombres son educados para
usar su libre voluntad correctamente. Así lo explicó en su Consultatio al
puntualizar la unificación del conocimiento sensorial y racional con la
expresión en el habla, la voluntad, las emociones, la conciencia y la acción (Comenius, 1966: Tomo 1, Col.
547). La libre voluntad podrá
ejercerse sólo después del reconocimiento de la diferencia entre el bien y el
mal, tanto desde el punto de vista individual como social.
Para Comenius el hombre no sólo era un animal raciónale sino también un animal liberae actionis; es decir su
praxis individual y social son los pautas de sus potencialidades, incluso la
del intelecto. La acción humana, la dominación sobre las cosas, es más
importante que la simple habilidad para entender (Comenius, 1966: Tomo 1, Col.
552) Por tanto, para ser capaz de dominar a la naturaleza y a sí mismo el
hombre tiene que desarrollar la totalidad de su humanidad.
Conclusión
El método llegó a ser la palabra clave de la época
para la búsqueda de nuevos conocimientos. No aceptar más el principio de
autoridad, de lo tradicional; el hombre debía observar por sí mismo, utilizar
sus sentidos y buscar por la vía del ensayo las leyes de la naturaleza.
Para Francis Bacon, las percepciones sensibles
preceden a los conceptos, y las valoraciones inductivas son anteriores a los
principios generales. René Descartes admitió como verdadero lo que para la
razón resultaba claro y distinto.
El acento en la libertad del hombre empujó a Comenius a
introducir aparte de la bien conocida tríada ratio, oratio, operario la
menos conocida tríada sice, velle, posse (Comenius, 1966: Tomo 1, Col. 276,291, 320, 931), es decir, razón,
oración, acción, y saber, querer, poder. Conocer contenía una ratio y una oratio incluidas, es decir, razón y habla.
La voluntad constituía un dispositivo dentro de
los desarrollos mentales, accesorio de los sentidos, la razón, las emociones,
la conciencia y sus reciprocidades y de la interrelación entre todos ellos y la
voluntad. Estas relaciones son ubicadas dentro de un contexto de espacio y
tiempo. Ser capaz de actuar incluye operatio,
principalmente la potencialidad del hombre.
El concepto comeniano de orden atañe al orden
cósmico, el orden humano moral y social. Para Comenius el conocimiento de la
verdad puede alcanzarse si se experimenta por el hombre en todas sus
integralidad. Cuanto más se utilice la actividad humana creadora, aumenta el
deseo del hombre por el conocimiento. Cuanto más se fundamenten todas las cosas
en el principio de la voluntariedad, en la universalidad y en la simplicidad,
esto es esencialidad, se podrá aseverar que el ser humano no soportará una
contradicción entre libertad y orden disciplinado. El concepto integral de
cultura universalis, puede servir de
senda. En las escolaridades de la vida, los valores correctos pueden crear una
vida plausible, superando el mero consumismo. Al apartarse del intelectualismo racionalista
sin anclaje humano, se podrá obtener una correcta relación entre cada individuo
y los otros, basada en la modestia, la tolerancia, el amor, la perspicacia y
prudencia. Todos los hombres deberían ser los maestros de los otros y los
alumnos de los otros.
Fuentes Primarias
Bacon, Francis (1999): Novum
Organum. Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino del
hombre. Barcelona: Folio.
Comenius, Johannes Amós (1966): De
rerum humanarum emendatione consultatio católica. Tomos 1 y 2, Praga: In
Academia
__________________________ (1992): Pampaedia (Educación Universal).
Traducción Federico Gómez R. de Castro, Madrid: UNED.
_________________________ (1998): Didáctica
Magna. México: Editorial Porrúa.
___________________________ (1999): El laberinto del mundo y el paraíso del corazón. Traducción de
Helena Voldan, Buenos Aires: Ekumene Comenius Cultural center
____________________________ (2002): El camino de la luz. Traducción de Helena Voldan, Buenos Aires:
Ekumene Comenius Cultural Center.
Descartes, René (1990): El
Tratado del Hombre. Introducción de Guillermo Quintás, Madrid: Alianza
Universidad, Madrid.
________________ (1991): El
mundo o el tratado de la luz. Traducción de Ana Rioja, Madrid: Alianza.
______________ (2003): Discurso del método. Buenos Aires:
elaleph.com
Fuentes Secundarias
Aguirre Lora, María Esther (1993): Juan Amos Comenio. Obra, andanzas, atmósferas en el IV centenario de su
nacimiento. México: Centro de Estudios sobre la Universidad.
_______________________________ (2007): “Atisbar la modernidad desde
la mirada comeniana. Una lectura arquetípica de la Ilustración”. En Revista Educación y Pedagogía, Medellín,
Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de
2007, pp. 29-50.
Capková, Dagmar (1992): “Comenio: una alternativa”. Traducción de
Horacio Betancur, en Revista Educación y
Pedagogía, Medellín: Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, N°8 y
9,1992, pp. 227-240.
_________________(2006): “Rasgos fundamentales de la teoría de la
actividad humana en Comenio”. Traducción de Andrés Klaus Runge, en Revista Educación y Pedagogía, Medellín:
Universidad de Antioquía, Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de
2007, pp. 63-70.
Sáenz Obregón, Javier: “Jan Amós Coemnio: sujeto triádico y
ordenamiento metódico de las prácticas escolares”. En Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquía,
Facultad de Educación, Vol. XIX, N°47, enero-abril de 2007, pp. 51-62.
Torres, Francesc: “El lenguaje metafórico en la ‘Didáctica Magna’ de
Comenio”. En Taula, Quaderns de
Pensament N°78, desembre 1987, Universitat de les Illes Balears, pp. 79-89.
Comentarios