Racionalismo y empirismo

Conexión necesaria en HUME

por Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
rodriguezgaley@gmail.com

Según Hume, nuestras ideas son copias de nuestras impresiones. Declara que las impresiones y las ideas son los únicos tipos de percepciones que existen en el hombre. Las diferenciamos según la calidad de fuerza y vivacidad con que se aparecen, siendo las impresiones más fuertes que las ideas. Concibe que las sensaciones, las pasiones y las emociones son impresiones y las ideas son las imágenes débiles de las impresiones en el pensamiento.
Hume critica no sólo a la tradición filosófica tradicional sino a una de las creencias más enraizadas en el sentido común.  Hume observó que nuestras creencias relativas a las uniones causales son muy importantes puesto que la investigación científica del mundo físico surge de una investigación de las causas de los fenómenos observables. Asimismo la relación causa-efecto es cardinal en nuestra vida cotidiana, especialmente en nuestras expectaciones respecto de los acontecimientos futuros, incluso las relativas al modo en que hemos de actuar en el mundo para conseguir nuestros propósitos. Hume asegura que nuestras convicciones acerca de lo que acontecerá en el futuro se asientan en inferencias causales. Pensamos que la causalidad se da en el mundo físico y en el mundo psíquico, y entre el mundo psíquico y el físico. Nuestra posición frente al mundo consiste en suponer que todo lo que acontece, sucede porque se ha dado una modificación en alguna parte del mundo. Esta idea la expresan los filósofos con la definición del principio de causalidad: todo lo que existe necesita de otra cosa para existir.
Cuando expresamos que un objeto es causa de otro, hallamos que son siempre contiguos y que uno es precedido por el otro temporalmente. Estas correlaciones serían observables. Además, manifestamos que hay una conexión necesaria entre causas y efecto. Esta relación no es observable, declara Hume.
La idea de conexión necesaria es dudosa, si no es observable y no es producto de las impresiones, tenemos dificultades en declarar que algo existe por tener una causa. Por otro lado, esta aprieto se extiende en asegurar que causas particulares deben tener necesariamente ciertos efectos.
Según Hume, es una máxima frecuentemente aceptada pensar que necesariamente todo comienzo debe tener una causa. Pero, al reflexionar este argumento con detenimiento, concluimos que no tenemos certeza intuitiva sobre ello.
Hume refuta cuatro tentativas de explicar que todo nuevo fenómeno surge de una causa: la eliminación de una causa para discernir una nueva existencia, no es absurda; si un objeto privase de causa, no podría decirse que es causa de sí mismo; si exceptuásemos la posibilidad de una causa, tampoco se la podríamos imputar a la nada y la idea de efecto no depende de la causa.
Hume concluye que esta idea debe surgir de la experiencia.
HUME y la identificación de la voluntad divina con “el verdadero e inmediato principio de todo efecto”

Para Hume, el argumento principal que tenga por objetivo probar la existencia de Dios es el argumento que va del orden o diseño del mundo a la existencia de Dios como causa. Éste argumento se sustenta bajo tres supuestos: El carácter objetivo del orden y armonía observado en el cosmos; la existencia de dos únicas posibles causas de este orden: el azar o la planificación inteligente; la exclusión del azar como factor de orden y la idea de planificación requiere obligatoriamente la idea de un ser inteligente y distinto de aquello que es ordenado.
El orden y diseño objetivo es ónticamente distinto y previo al cosmos tal cual se presenta. Éste orden es contingente y necesita una razón de ser: Dios.
Hume arguye que aun admitiendo la existencia de dios como hipótesis explicativa del orden del mundo, ni de esa suposición ni de los mismos fenómenos no es posible ir más allá y imputarle a Dios ningún otro acto que haga posible la intervención divina en la realidad creada. Hume pretende negar la posibilidad de la providencia del hecho de que las condiciones que harían lógica y ónticamente posible son el fruto de un yerro de razonamiento consistente en la trasgresión de los l{imites de toda inferecnia que va del efecto a la causa. La inexistencia de la providencia se basa en la crecnia de un conocimiento de la naturaleza de Dios que la haga posible.

HUME y la relación entre la necesidad natural y la libertad humana

La necesidad en Hume es capital para interpretar el mundo, aún cunado está dspojada de cualidades objetivas, hace posible la inserción del ser humano en el mundo. El ser humano es un ser  de tendencias, que se orienta por impulsos y pasiones, por necesidades naturales que le sugieren motivaciones para hacer algo o no. La conjunción constante de hechos similares en la esfera moral es un supuesto necesario para vivir, pero es verdad que ni en el mundo natural ni ene las acciones la regularidad es necesaria en forma absoluta porque en las cuestiones de hechos lo opuesto no es contradictorio. Hume no niega la regularidad en relación al motivo y la acción, la condición humana devela un cierta regularidad y permanencia. La necesidad habilita la ser humano habitar el mundo con serenidad y saber qué esperar respecto de los actos de los demás hombres, proyectarse hacia el futuro. El ser humano es libre, pero no su voluntad, puede decidir no hacer algo ejerciendo esa libertad. Que los hombres no conozcan los móviles de las acciones no demuestra que ellos no existan, toda acción huana tiene móviles y obedece a una causa. Hume distingue entre una explicación causal de las creencias y sus justificaciones. Las creencias de los seres humanos no están separadas de la determinación causal.

HUME vs SPINOZA

Recordemos a Hume. El pensamiento empirista en Hume, radica en afirmar que todo conocimiento proviene de la experiencia. Por ello, Hume, distingue dos tipos de percepciones: las que se perciben de modo directo son las impresiones, provenientes por la sensación (los sentidos) o por la reflexión (estados de tristeza, alegría). Aquellas percepciones colaterales o derivadas son las ideas, ellas se conectan con el recuerdo de una concreta impresión. Hume distingue dos tipos de conocimiento: el constituido por las relaciones entre las ideas, por ejemplo las matemáticas y aquel perteneciente a las relaciones entre los hechos. También concluye que no es posible percibir la relación de causalidad y de esta forma cuestiona la necesariedad del lazo entre un hecho y otro. La inferencia de la relación entre los hechos no se debe ni a la razón ni a la experiencia, sino al hábito o costumbre Hume crítica en el mismo sentido a la idea de substancia: No es posible percibirla porque sólo puede percibir los accidentes de las cosas, su forma, color, textura. Spinoza, por el contrario, va a tener una idea de substancia diferente. Racionalista, su perspectiva no estará terciada por la experiencia sino por un fuerte cuestionamiento al modo en que se entiende a Dios. Dios es sinónimo de Naturaleza y es la única substancia que existe. Substancia como aquello que existe por sí mismo, incondicionado, absoluto. En este punto también cuestiona el dualismo cartesiano, no hay presentes uno que piensa y otra que es extensión (res cogitans y res extensa) Tiene una idea monista. Dios es la única substancia y el hombre posee dos atributos de Dios que son pensamiento y extensión. Dios en tanto naturaleza es hacedera a todos. El hombre no es una criatura de Dios, sino que Dios es causa inherente del hombre, no se comporta como un Dios-Padre sino como la naturaleza cuando presenta una ley. Declara Spinoza la inexistencia de ley divina. No hay ninguna causa que invite a Dios a obrar porque él es la causa de todo. De esta aseveración se deriva la ética de Spinoza. No existe el bien y el mal en concreto. Existe lo malo y lo bueno en términos de subjetividad. Lo malo desarregla las relaciones que constituyen el ser. Al desarrollar la idea de substancia, Spinoza delimita al ser humano a partir de las combinadas relaciones que éste crea. La ética nos da el contexto para diferenciar lo bueno de lo malo pero se diferencia de la moral por su perfil no prescriptivo. El hombre Spinoziano es pura potencia, es aquello que puede. A partir de las relaciones que establece puede acrecentar o disminuir su potencia.

Decartes:  “[…] si la realidad objetiva de alguna de mis ideas es tal que conozco claramente que no existe en mí, ni formal ni eminentemente, y que, en consecuencia no puedo ser yo mismo su causa, se sigue de ahí necesariamente que no estoy solo en el mundo […]”



En Descartes el pensamiento piensa siempre ideas. Para la filosofía predecesora a Descartes el pensamiento incurre sobre las cosas: si yo pienso que el mundo existe, estoy pensando en el mundo, no en mi idea del mundo. Inversamente, para Descartes el pensamiento no recae sobre las cosas sino sobre las ideas.  Todas las ideas poseen la misma realidad consideradas como actos del  pensamiento pero su realidad es diversa si las consideramos como representación de algo; a este contenido característico Descartes lo denomina realidad objetiva de la idea. Captadas sólo como formas del pensamiento, las ideas son todas iguales y todas parecen proceder del yo; en cambio si se contemplan según su contenido representativo, entonces son muy distintas unas de otras, unas contienen mayor realidad objetiva que otras, es decir unas participan por representación de más grados de ser o perfección que otras. Para que una idea abarque tal realidad objetiva y  no otra, debe haberla acogido de una causa en la cual haya, al menos, tanta realidad formal, como realidad objetiva hay en dicha idea. La realidad formal es la realidad efectiva o en acto. Equivale a la realidad propia de los objetos.  Si la realidad objetiva de cualquiera de mis ideas excede a la realidad propia de mí hasta el límite que esa realidad no sea formal, entonces yo no puedo ser la causa de dicha idea y consecuentemente hay algo en el mundo, distinto de mí, que es la causa de esa idea.

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