KANT y la ilustración

KANT y la ilustración

por Prof. Lic. Alberto Horacio Rodríguez
rodriguezgaley@gmail.com

Ilustración significa la renuncia por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad expresa la inhabilidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no radica en la falta de entendimiento, sino en la falta de intrepidez y valor para valerse de sí mismo sin la guía del de algún otro. Sapere aude![i] ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración en Kant. De la misma manera que la ciencia había logrado progresar al desvincularse del dogmatismo religioso y la filosofía griega aristotélica, asimismo la Ilustración como movimiento cultural pretende amplificar esa idea a todas las artes y ámbitos del saber. Mientras el pensamiento y los individuos permanezcan sometidos a dogmas religiosos y/o políticos y no sigan su propio camino perdurarán en una dependencia, una estado de la que son culpables y están forzados a reformar.
La generalidad de los hombres, según Kant, permanece con gusto bajo la dominación ajena, a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía.[ii] Por ello les es muy viable a los otros alzarse en tutores. Para Kant hay una comodidad en permanecer en una minoridad. Siempre hay alguien que piensa, organiza, decide por el hombre. Pero, para Kant, es posible que el público se ilustre por sí mismo, siempre que se le deje en libertad.[iii] Después de rechazar el señorío de la minoría de edad, ampliarán su espíritu a partir de una estimación racional del propio valor y de la propensión que todo hombre tiene: la de pensar por sí mismo.[iv] Quizá por una revolución sea posible producir la caída del despotismo personal o de algún predominio; pero jamás se obtendrá por esta senda la verdadera transformación del modo de pensar, sino que nacerán nuevos preferencias, que servirán de sostenes para la mayor parte de la masa, privada de pensamiento.[v]
Para Kant el antagonismo es el instrumento del que se vale la naturaleza para proceder que los seres humanos lleguen a un orden legal donde puedan concretarse como fines en sí mismos. Por antagonismo, se alude al problema de sociabilidad de los seres humanos. Para Kant la indocilidad a la sociabilidad aviva todas las pujanzas del ser humano dejando, como ya explicamos, la inclinación a la pereza e impulsándolo a la ambición, al afán de dominio o a la codicia. Desde esta base, Kant argüirá cómo desde tiempos primitivos el hombre ha venido realizándose a través de guerras y enemistades, hasta alcanzar la ilustración y el discernimiento ético. De no haber acaecido de esta forma, y de no disponer la naturaleza de tal antagonismo, las idoneidades hubieran quedado ocultas y los seres humanos serían sólo animales domésticos y nunca hubieran llenado el vacío de la creación respecto de su destino como naturaleza racional. Tal antagonismo además corre la cortina a la organización de un sabio creador.[vi]
Para Kant, entonces,  la última etapa de este antagonismo es la ilustración. Lentamente va surgiendo la ilustración, como un gran beneficio que el hombre ha de obtener. La ilustración es por encima de todo liberación, es pasar a la adultez y abandonar la infancia como algo superado, es aventurarse a pensar, permitirse el riesgo. De la ilustración podemos agregar de lo que se ha analizado de la naturaleza, es decir, que erige en sí mismo un fin teleológico: todos nos encaminamos hacia la ilustración, aunque no vivamos en una época ilustrada y una obligación ética, a cuya realización estamos obligados y no podemos permitir su estancamiento.
Kant imagina la sociedad como una libertad con leyes externas. Es decir que el antagonismo en que se halla el ser humano lo fuerza a incorporarse en una constitución civil que ejerza coerción cuando los excesos de mi libertad empiecen a perjudicar la libertad de los demás. La naturaleza, siguiendo el argumento kantiano, ha capacitado en el hombre de tal libertad, que su exageración sería el conflicto entre unos y otros hasta el aniquilamiento, por ello hay que seguir los mandatos de la razón ilustrada y pactar recíprocamente hacia una sociedad civil regida por leyes, cuya función sea domar y obrar con coerción contra esos excesos de la libertad.[vii]
En resumen, para Kant, en vigor de la esquiva sociabilidad humana, han sido inevitables las guerras y las contiendas sociales para que el hombre entienda que debe asentar sus acciones en la razón que regulan a priori los imperativos categóricos del deber ser. Desde el antagonismo humano, germina entonces la pretensión de establecer un sistema legal y una constitución civil que sea la base de realización de cada individuo dentro de la sociedad. Así brota el derecho, la constitución civil, la confederación de estados y la paz perpetua. Estos son fruto de mentes ilustradas, del contrato de personas que se dejan regir por los mandatos que le dicta su razón.

Las críticas de Hamann a la posición kantiana acerca de la Ilustración en la Carta a Christian Jacob Kraus de 1784. 

El foco esencial de su crítica va situado en la incongruencia que suponen las restricciones que establece Kant al ideal moral, donde es un valor primordial el pensar por sí mismo. Por un lado, Kant restringe esta libertad de pensamiento a su aspecto público, es decir a una libertad intelectual, argumentando que en la esfera privada, como ciudadanos se deba someter al monarca sin más. Kant, además, considera natural el mantener al bello sexo, esto es, a las mujeres, excluidas de este privilegio.[viii]
La empresa de demarcar un terreno del conocimiento separado de la tradición y de la experiencia concreta del sujeto particular, individual, centrado en la vida cotidiana, lo consideraba inverosímil, una ilusión. Además, opinaba como poco probable separar el lenguaje del conocimiento. Hamann piensa que es la palabra la que vuelve visible lo invisible, es mental y física, sensible e intelectual a la vez, pero de modo indivisible. Entonces en las lenguas, el significante y el significado de una palabra son, para Hamann, inherentes, y de ahí que los textos escritos hay que leerlos en lengua vernácula y someterlas a su contexto histórico y natural, estando la tradición y la historia contenidas en ellas. Por tanto, entiende como torpe un purismo de la razón. Es este empleo del lenguaje lo que ha hecho extraviar a los filósofos las palabras con aspirados objetos reales nombrados por ellas, concibiendo que prevalecen conceptos generales que determinan en la realidad a existencias abstractas ontológicas. Del acontecimiento de que nuestro intelecto generalice y abstraiga y podamos denominar con ayuda de palabras esas generalizaciones no resulta que las ideas generales existan y tengan un anclaje en la realidad.[ix]
La razón ilustrada catalogó de modo arbitrario en grandes conjuntos la diversidad existente entre los individuos teniendo como base la variedad anatómica, instituyendo dentro de cada uno de esas divisiones una homogeneidad. Esto trajo como consecuencia las argumentaciones sobre el carácter natural de las diferencias de género, basadas en el sexo, entre hombres y mujeres, dentro del campo de la anatomía y de las teorías sobre la reproducción humana. Hamann criticará esta posición a través de un concepto del ser humano como un sujeto emplazado cuya corporeidad es vital en su plena singularidad, denunciando las diversas formas de deshumanización a la que se los sometía a través de concepciones naturalistas. Por ello utilizará argumentos que aprovechará para dejar al descubierto la función normalizadora del Estado y la concepción burguesa de una idea de la sexualidad que degrada a la mujer.[x]
Hamann acusa entonces cómo los ilustrados supeditan la libertad al orden racional, trocando en una realidad justificadora del despotismo del Estado Moderno y sus burócratas. Los intelectuales ilustrados como Kant realizan la función de representantes de ciertos cambios para favorecer al orden establecido y en contra de las libertades.
La distinción público-privado[xi] o la de hombre-mujer[xii] son para Hamann manifestaciones no sólo de la teoría política liberal ilustrada, sino de la teoría de la racionalidad que se encuentra a la base de la filosofía ilustrada y del modo en que se concibe en el seno de la misma el ser humano.
Considero pertinente la concepción de la realidad presente en Hamann, dotada de una riqueza y variedad. Esta misma realidad se reduce a una ilusión en el esquema Kantiano, al reducirla a esquemas generales o describirla sólo a través de estructuras racionales. Por muy variado, informado y abarcativo sea nuestro sistema conceptual, no se podrá concebir o aprehender la diversidad y complejidad de la realidad.[xiii] La reconquista de la razón nos liberará de la minoridad, de la tutela, pero ¿Cuál razón?, ¿La matemática?, ¿La geométrica? Hamann nos presenta una naturaleza y una realidad con toda su plenitud y que ella misma se comunica no sólo con lenguaje matemático o geométrico sino poético y hasta místico.[xiv] Pienso que el complemento de la capacidad artística y poética del ser humano le da una predisposición óptima para acceder a la realidad que se le revela. No solamente libertad de la tutela de la razón sino también libertad en el desarrollo de las potencialidades artísticas y poéticas del ser humano. Pues la mutilación de las capacidades artísticas, transfiere el poder despótico del tutor al poder despótico de la razón geométrica. En la crítica de Hamann el lenguaje es una muestra del problema teórico que genera el andamiaje trascendental kantiano, reificando la razón. No hay pensamientos abstractos, hay palabras de mayor o menor extensión que evocan ideas singulares, las únicas que pueden considerarse como contenidos mentales. De aquí se deriva que el mismo pensamiento puede ser independiente del lenguaje. ¿Cómo se puede razonar o pensar de la misma forma pero con expresiones del lenguaje distintas? En Hamman hay una supremacía del lenguaje respecto de las funciones lógicas del entendimiento. El leguaje hace posible el pensamiento. En conclusión hay una imposibilidad o la limitación del método trascendental de Kant para la comprensión de la realidad.

Bibliografía:

Kant, Immanuel, “Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?” (varias ediciones en castellano)
Hamann, J. C., “Carta a Christian Jacob Kraus del 18 de diciembre de 1784” en: AA.VV.¿Qué es la Ilustración?, Madrid, Tecnos, 2007.





[i] Kant, Immanuel (2004): ¿Qué es la Ilustración? Madrid: Alianza Editorial, p. 83
[ii] Íbid., p. 83
[iii] Íbid., p. 91
[iv] Íbid., p. 85
[v] Íbid., p. 85
[vi] Íbid., p. 88
[vii] Íbid., p. 91
[viii] Hamann, Johann Georg, “Carta a Christian Jacob Kraus del 18 de diciembre de 1784”. En AA.VV (2007): ¿Qué es la Ilustración?. Madrid: Tecnos, p. 35, 36
[ix] Íbid., p. 38, 41.
[x] Íbid., p. 36.
[xi] Íbid., p. 36. Kant; Immanuel (2004): op. Cit., p. 86.
[xii] Hamann, Johann (2007): Op.CIt., p. 36. Kant; Immanuel (2004): op. Cit.,  p. 84
[xiii] Hamann, Johann (2007): Op, Cit., p. 37.
[xiv] Íbid., p. 39, 40.

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